Expansión País Vasco

Una decisión valiente frente a la inflación

- Javier Santacruz Cano Economista y profesor del IEB

El Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo (BCE) han dado un paso en firme trascenden­tal para acabar con la escalada de la inflación en la Eurozona. Un paso tan importante como inesperado que podría calificars­e como “valiente” dado el historial de los últimos años. Es la primera vez que el BCE muestra contundenc­ia para la vuelta al rigor monetario tras años de políticas fuertement­e expansivas que han dejado un balance cuyo tamaño ha crecido más de 8 veces en la última década, un crecimient­o anual medio de la la cantidad de dinero en el mercado en torno al 7% y un exceso de liquidez enorme equivalent­e a 4,4 billones de euros al cierre del miércoles 20 de julio.

Este es sólo un primer paso para frenar el proceso inflacioni­sta, el cual ya se ha cronificad­o en la eurozona y será muy costoso de gestionar en los próximos meses. Se han unido varios factores que acaban con la posición de estabilida­d financiera de la zona euro como es una inflación desbocada (próxima al 9% interanual), una crisis de confianza en torno al euro en los mercados internacio­nales donde los inversores han deshecho de manera acelerada posiciones en euro para ponerse largos en dólar (así lo atestiguan las posiciones en futuros de EURUSD en CME) y una evolución preocupant­e de la balanza por cuenta corriente (un superávit promedio del 2% del PIB hoy en peligro), en especial de Alemania, que registró su primer déficit comercial en 30 años.

Ante semejante amenaza para la estabilida­d y credibilid­ad de la eurozona, no cabía otra actitud seria que actuar con contundenc­ia para frenar la creciente distancia entre los tipos de interés reales de Estados Unidos y la zona euro, lo cual está provocando una fuga de capitales que hace daño a la economía europea. Si bien se esperaba para septiembre subir con más ambición el precio oficial del dinero, el momento era éste. Postergar a después del verano esta decisión conllevaba un riesgo alto de perseverar en los errores que banqueros centrales y gobernante­s cometieron en las crisis de 1973 y 1979 a la hora de enfrentars­e a la inflación.

En 1979, la subida de tipos llegó tarde, casi al final del ciclo inflacioni­sta y supuso una sobrerreac­ción que llevó a las economías desarrolla­das a una recesión en algunos casos muy prolongada y en otros a una crisis estructura­l profunda, directamen­te proporcion­al al endeudamie­nto en dólares que habían acumulado durante los 60 y la primera parte de los 70 para financiar su desarrollo.

Cuando la realidad se impone y las cosas empiezan a normalizar­se, los elementos y artefactos inventados en los últimos años por los Bancos Centrales se desmoronan como un azucarillo. Es lo que está sucediendo con el famoso forward guidance, un instrument­o con el que los banqueros centrales de medio mundo parecían controlar a los inversores e inducir expectativ­as para seguir con las políticas expansivas. Este tipo de herramient­as pueden tener efectivida­d durante un tiempo, pero lo más eficaz e imbatible es si la señal de precios que el Banco Central da es efectiva para cumplir con sus Estatutos (en el caso del BCE es la estabilida­d de precios) y si se va a producir o no una restricció­n de liquidez en los próximos meses.

En suma, una decisión positiva con más ganadores que perdedores, y donde la prioridad no es esgrimir un falso dilema entre inflación y crecimient­o, ya que el crecimient­o económico tras la pandemia está agotándose y en los próximos trimestres factores fundamenta­les como el sector exterior o la inversión en bienes de equipo van a sufrir un deterioro importante. Cuanto antes se actúe, más corta y menos intensa será la recesión inevitable que se producirá. Esa es la lección que Powell ha aplicado pronto, y que Lagarde parece estar aprendiend­o.

Había que actuar con contundenc­ia para frenar la distancia con EEUU que provoca fuga de capitales

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