Así queda la política italiana tras la dimisión de Mario Draghi
Mario Draghi deja para el recuerdo una sobresaliente gestión durante su año y medio como presidente. Frente a ello, hay un rotundo fracaso del populismo en Italia como alternativa a la política tradicional.
Tras una semana de tira y afloja, el Gobierno Draghi ha caído y ello lleva directamente a elecciones generales anticipadas, con una legislatura a la que aún le quedaba medio año de vida. Y lo ha hecho de manera un tanto inesperada, porque la impresión que daba era que, por un lado, Draghi estaba dispuesto a retirar su dimisión (lo que finalmente sí hizo para un día después tener que volver a presentarla), y, por otra parte, parecía que podía recomponerse la maggioranza de gobierno. Pero lo que Draghi no sabía era que los dos partidos del centroderecha (Liga y Forza Italia) le preparaban una emboscada en toda regla, lo que le ha dejado sin los votos necesarios para seguir gobernando.
En relación con esto último, llama la atención que el centroderecha que era miembro de la maggioranza (porque también están los Hermanos de Italia de Meloni pero éstos prefirieron irse a la oposición cuando Draghi se convirtió en premier) ha seguido el mismo procedimiento que el Movimiento Cinco Estrellas a pesar de las durísimas críticas que estos partidos vertieron contra el partido pentastellino en pasados días: poner condiciones inasumibles para el Ejecutivo; en el momento de votar la confianza a Draghi, salirse de la cámara parlamentaria donde se realizaba la votación; y, finalmente, tratar de “vender” que el intransigente era Draghi y no ellos, y que todo esto les había llevado a tener forzosamente que retirar el apoyo.
La realidad de todo lo sucedido se puede leer en varias claves. La primera era que una cosa era apoyar al Gobierno Draghi hace año y medio, cuando a la legislatura le quedaban dos años de vida, y otro hacerlo en este momento, en que ya se avistan las elecciones generales. La segunda, que los dos partidos clave en el sostenimiento de la maggioranza (Movimiento Cinco Estrellas y Liga) eran precisamente los dos partidos que se habían hundido en las encuestas en el año y medio que llevaba de vida el Gobierno Draghi: si en marzo de 2018 (fecha de las anteriores elecciones) sumaban casi el 50% de los votos entre ambos, ahora mismo apenas llegaban al 26-27%. Y, además, en el caso de Cinco Estrellas, precisamente su cabeza de lista en 2018 (el hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores Di Maio) empeoró todo al decidir escindirse de la formación y llevarse con él nada más y nada menos que 60 parlamentarios, lo que se sumaba a una primera escisión habida cuando la constitución del Gobierno Draghi.
Finalmente, la tercera clave es la reducción del Parlamento de cara a la siguiente legislatura: de los 945 escaños actuales entre las dos cámaras se pasará a solo 600, lo que va a dejar a muchos fuera de la política.
Por otra parte, el centroderecha no ha querido esperar más a algo que viene sucediendo desde septiembre de 2018: que lideran todos y cada uno de los sondeos y además con alrededor de diez puntos de ventaja de media sobre el centroizquierda. Pero es que, además, en el caso de Salvini y su partido (la Liga), no quería seguir viendo cómo su rival Meloni ampliaba la brecha de votos sobre su formación: en este momento en torno a los 8 puntos, cuando Meloni durante mucho tiempo no sumaba más de un tercio de los votos del partido de Salvini.
A partir de aquí, habrá que ver de qué manera reacciona el electorado, tan harto de su clase política como preocupado por los problemas que hay en este momento planteados. El coste de la vida ha aumentado de manera exponencial, no se vislumbra el fin de la guerra de Ucrania con lo que ello supone para el problema energético (y eso que Draghi se presentó en el Parlamento con un extraordinario pacto con la República de Argelia que aseguraba un fuerte abastecimiento de gas en meses venideros), y ahora se añaden nuevos problemas derivados de la pérdida de confianza de los mercados porque la persona misma de Draghi constituía toda una garantía y ahora, sencillamente, ya no está.
Las elecciones generales se celebrarán el 25 de septiembre. Y lo harán en un clima de profundo malestar porque da la impresión de que sin Draghi todo no hará sino empeorar: caída de la Bolsa, subida de la prima de riesgo, posible pérdida de una parte de los importantísimos fondos europeos, etc. ¿Y quién puede pagar las consecuencias?
El Movimiento Cinco Estrellas seguro que sí, porque se está desintegrando por semanas y ha constituido un auténtico fiasco de cara al gobierno del país. Pero también lo puede pagar caro Matteo Salvini, que ha puesto por encima de los intereses nacionales los suyos personales (son ya 29 años detrás de la presidencia del Consejo de Ministros y esta va a ser su última ocasión de lograrlo). Porque el problema de Salvini, como decimos, es que, mientras Meloni nunca quiso saber nada del Gobierno Draghi, Salvini lo ha dejado literalmente “tirado” en el peor momento posible.
A favor del centroderecha está la muy difícil situación del centroizquierda, cuyo voto se concentra en un Partido Democrático (PD) que apenas puede sumar apoyos. Serán claves, en ese sentido, dos elementos. La primera, la coalición de centro, reformista y europeísta que se pueda formar, y que ha permanecido leal a Draghi hasta el último momento. La otra, una posible escisión en las filas de Forza Italia donde a Toti, gobernador de la región de Liguria que hace ya tres años se marchó del partido, se le podrían unir dos históricos del partido como Mariastella Gelmini y Renato Brunetta.
En todo caso, concluye una legislatura con tres gobiernos diferentes y marcada por una fuerte inestabilidad. Y se convocan de inmediato unas elecciones con una ley electoral que favorece la creación de unas coaliciones que, salvo la del centroderecha, ni siquiera se han formado. En el fondo, resulta casi milagroso que hayan llegado casi a los cinco años que marca la Carta Magna como máximo de duración de una legislatura. De no haber sido por el buen hacer del presidente Mattarella, garante de la estabilidad institucional, esto nunca hubiera sido posible: hasta tres maggioranzas diferentes ha sido capaz de forjar en menos de tres años (la de 2018, 2019 y, finalmente, 2021).
A su vez, Mario Draghi deja para el recuerdo una sobresaliente gestión durante su año y medio como Presidente del Consejo de Ministros: recuperación de más de dos tercios del Producto Interior Bruto perdido en el año 2020; reforma de la Justicia, muy esperada por otra parte; control de las cuentas públicas; el citado pacto energético con Argelia; y recuperación del liderazgo dentro de la Unión Europea, compartido ahora con alemanes y franceses.
Frente a ello, un rotundo fracaso del populismo como alternativa a la política tradicional: el Movimiento Cinco Estrellas ha demostrado ser un cúmulo de errores y una fuente de inestabilidad permanente. Solo queda una pregunta por hacerse: ¿es el final de la vida pública de Draghi, o le espera en cuestión de meses convertirse en el nuevo Presidente de la República? Antes, unas elecciones dónde el electorado dictará sentencia.
Las próximas elecciones italianas se celebrarán en un clima de profundo malestar