El euro, entre el mercado del gas y Jackson Hole
Un euro vale menos que un dólar desde ayer. La referencia no supondría un cambio sustancial si no fuera porque esto sólo sucedió en 2002 y porque todo indica que el camino descendente continuará. Hace cinco semanas, la moneda única ya jugó a perforar la paridad con el dólar, la divisa refugio por excelencia frente a la que ya pierde un 12% este año. Son sobradamente conocidas las ventajas (se exporta más) y las desventajas (se importa inflación y sale el capital en busca de activos más fuertes y seguros) de una moneda débil. Pero lo relevante ahora es el trasfondo de esta evolución del tipo de cambio, que ayer se jugó en el mercado del gas. Los inversores creen que los precios de la energía seguirán poniendo la zancadilla a otras divisas por el deterioro de las balanzas por cuenta corriente de las economías que representan. Tres frentes de preocupación dominan el mercado de divisas: el temor a un recrudecimiento de la crisis energética por la interrupción de suministro de gas ruso a Europa; las declaraciones del pasado sábado del presidente del Bundesbank, Joachim Nagel, que asume la posiblidad de recesión en Alemania con una inflación al alza; y las especulaciones sobre los mensajes que lanzarán en los próximos días los bancos centrales en Jackson Hole. En la eurozona, la cuestión del gas añade carga de profundidad a la moneda, que ya acusaba el efecto de la lenta ejecución en política monetaria y la incertidumbre ante la carrera de los precios al consumo. De modo que la fortaleza del billete verde atrae al capital global. El riesgo dólar es que Powell, intencionadamente o no, lance un mensaje poco convincente en los próximo días y desencadene una tormenta en los mercados.