Europa debe liberarse del chantaje de Putin
Las reiteradas maniobras intimidatorias de Rusia con el suministro de gas hacia Europa muestran la urgencia de culminar cuanto antes la desconexión económica con el régimen de Vladímir Putin. La gasista estatal rusa Gazprom realizó ayer un nuevo corte no previsto del bombeo a Centroeuropa, el segundo en dos meses, que se prolongará durante tres días con el pretexto de realizar tareas adicionales de mantenimiento. Lo hizo pocas horas después de anunciar un beneficio récord en el primer semestre del año “a pesar de las sanciones internacionales”, según su vicepresidente, Famil Sadigov, lo que le permitirá pagar el primer dividendo a cuenta en la historia de la compañía. Toda una provocación a Europa, que sufre más que ninguna otra área económica las consecuencias del encarecimiento de la energía derivado de la ilegal invasión de Ucrania por parte de Rusia iniciada el pasado mes de febrero. Aunque las reservas de gas europeas han recuperado el nivel del 80% que habían marcado las autoridades comunitarias para cubrir las necesidades del bloque de cara al invierno, lograrlo ha supuesto un sobrecoste que no es sostenible a medio plazo. Además, ante un escenario de precios disparados en el mercado internacional de materias primas, algunos países han incrementado sus compras a
Rusia, entre ellos España, tras el conflicto diplomático con Argelia provocado por el apoyo de
Pedro Sánchez a la propuesta marroquí para el Sáhara Occidental, amortiguando con ello el impacto de las sanciones impuestas al régimen de Putin. Los gobiernos de la UE ultiman planes de contingencia frente al riesgo creciente de que se produzca un corte definitivo del suministro de gas desde Rusia. Pero Europa debe aprender la principal lección de esta crisis y reducir su dependencia energética del exterior. Un objetivo para el que la solidaridad y cooperación entre países europeos es fundamental. Como ratificó el canciller alemán, Olaf Scholz, en su declaración conjunta de esta semana con Pedro Sánchez, “la gran tarea de futuro es la creación de una red europea de gas e hidrógeno”. El cambio de actitud de Francia respecto a la finalización del gasoducto Midcat es un primer paso en la buena dirección, pero la UE debe actuar más rápido para desengancharse lo antes posible del gas ruso para poder estabilizar el coste de la energía, que se ha convertido en el principal lastre para una economía comunitaria cada vez más debilitada por la espiral inflacionista.
Los países europeos han de aprender la lección clave de esta crisis y reducir su dependencia exterior