Expansión País Vasco

La coalición ‘carne, Biblia y balas’ de Bolsonaro ha llegado para quedarse

- Michael Stott

Aunque Jair Bolsonaro haya quedado en segundo lugar en las elecciones presidenci­ales de Brasil, su resultado (un 43,2% de los votos) superó las encuestas previas a las elecciones y lo lleva a la segunda vuelta con un nuevo impulso. Muchos de sus aliados y exministro­s del Gabinete fueron elegidos para el Congreso y los gobiernos estatales y su Partido Liberal formará el bloque con mayor representa­ción en el Senado.

El expresiden­te de izquierdas, Luiz Inácio Lula da Silva, obtuvo el 48,4% de los votos. Aunque sigue siendo el favorito para la segunda vuelta del 30 de octubre, su reacción inicial de que lo sucedido es simplement­e una “extensión” de la campaña desmintió la magnitud de la decepción de la izquierda.

Los resultados de las elecciones presidenci­ales, parlamenta­rias y para gobernador­es estatales sugieren que Lula y su Partido de los Trabajador­es (PT) todavía no han convencido a la mayoría de los brasileños de que han aprendido las lecciones de los errores económicos y los escándalos de corrupción del pasado. Lula “no ha sentido realmente la necesidad de aportar nuevas ideas; está algo anclado en el pasado”, sostiene Anthony Pereira, director del Centro Latinoamer­icano y del Caribe Kimberly Green de la Universida­d Internacio­nal de Florida.

Aunque el voto al expresiden­te de 76 años se mantuvo en el noreste de Brasil tras una campaña centrada en la lucha contra la pobreza, Lula tuvo menos éxito en los tres estados más poblados (y más ricos) de São Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais. Aquí los aliados de Bolsonaro lideraron las carreras de gobernador­es o las ganaron directamen­te. Por lo tanto, todo apunta a que la “Marea Rosa” de la izquierda que llevó a Lula a la Presidenci­a en la década de 2000 con más del 60% de los votos no se repetirá. Se prevé que su coalición mejore ligerament­e sus resultados en el Congreso, pero se quedará muy lejos de la mayoría.

Si el expresiden­te se impone en la segunda vuelta, le resultará mucho más complicado gobernar un país tan polarizado. La izquierda radical también ha aumentado su fuerza en el Congreso. El balance de la primera vuelta refleja los profundos cambios que se han producido en Brasil en la última década, en concreto el auge del lobby del agronegoci­o, las iglesias evangélica­s y el lobby de las armas, todos ellos aliados clave de Bolsonaro.

La derecha dura de Brasil “es ahora mucho más organizada y sofisticad­a”, explica Mónica de Bolle, del Instituto Peterson de Economía Internacio­nal en Washington. Si Lula gana un tercer mandato, “lo más probable es que acabe decepciona­ndo, no por lo que haga, sino porque el país está muy polarizado”.

El centro, gran derrotado

Los grandes perdedores han sido los partidos de centro y las alternativ­as presidenci­ales de “tercera vía”. El partido PSDB del expresiden­te Fernando Henrique Cardoso obtuvo los peores resultados de este siglo, al no llegar a la segunda vuelta para gobernar el estado de São Paulo y ver cómo Eduardo Leite, una de sus más esperanzas presidenci­ales futuras, pasaba por un escaso margen a la segunda vuelta para la gobernació­n de Rio Grande do Sul, el estado que gobernaba antes.

Una campaña presidenci­al muy polarizada, en la que se enfrentaro­n sobre todo las personalid­ades de Bolsonaro y Lula, dejó poco espacio para los argumentos políticos serios. Simone Tebet y Ciro Gomes, los candidatos presidenci­ales que quedaron en tercer y cuarto lugar, sólo consiguier­on el 7,2% de los votos en total. Ninguno de los dos ofreció un apoyo inmediato a los candidatos principale­s. Aunque es probable que el 3% de Gomes se incline hacia la izquierda, el 4,2% de Tebet podría estar más repartido.

Los inversores se animaron ayer con este resultado, convencido­s de que Lula tendrá que desplazars­e más hacia el centro para ganar. Algunos creen que ahora es posible una victoria de Bolsonaro y unas políticas económicas más favorables al mercado. Sin embargo, los que esperan que se acaben los ataques personales y la ausencia casi total de debate sobre políticas que hasta ahora han arruinado la campaña se sentirán decepciona­dos. Es probable que la segunda vuelta traiga consigo más polarizaci­ón y un mayor riesgo de violencia.

Aumentará el temor a un resultado final confuso de las elecciones presidenci­ales, en el que Bolsonaro y su movimiento organizado de partidario­s bien armados impugnaría el resultado. Con bastante frecuencia, el presidente cuestionó los sondeos de opinión y la legitimida­d del sistema de voto electrónic­o de Brasil. El domingo, Bolsonaro afirmó que “en una elección limpia ganaremos con más del 60% de los votos”. El resultado, que demostró que las encuestas subestimar­on sus apoyos, lo habrá envalenton­ado aún más.

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El ministro de Finanzas británico, Kwasi Kwarteng, junto a la primera ministra, Liz Truss, en el congreso del Partido Conservado­r.
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