La automoción aguarda la remontada
En el primer semestre, el volumen del mercado mundial de turismos se redujo un 10,1%, afectado principalmente por los cuellos de botella y la interrupción de las cadenas de suministro mundiales como consecuencia de la escasez de semiconductores, los coletazos de la pandemia y las repercusiones de la invasión de Ucrania. Los semiconductores (a menudo denominados chips o microchips) ocupan un lugar destacado en la cadena productiva del sector, y la escasez de suministro va camino de cumplir dos años sin que haya atisbos de una clara mejora a corto plazo. Sin embargo, la producción en las fábricas españolas lleva dos meses al alza y las empresas reconocen que los problemas de abastecimiento han remitido al menos ligeramente. El efecto de la falta de semiconductores ha sido notable: por un lado, se ha ralentizado la producción a pesar de que la demanda post pandemia se disparó, lo que ha llevado a períodos de entrega de hasta trece meses; por otro, los fabricantes han priorizado los chips disponibles para los modelos premium, mejorando así su mix de ventas hacia modelos de mayor valor añadido y margen, y con ello aumentando los beneficios. Pero además de chips, el sector se ha visto también afectado por la falta de otros componentes debido a la situación en Ucrania, en parte solventada por la instalación de fábricas espejo en Polonia, o por los problemas de algunos suministradores, como los proveedores de aluminio, debido a los elevados costes de la electricidad. Como resultado de todo ello, los grandes fabricantes de coches en España –VW, Stellantis, Renault y Ford– se han dado un tiempo para seguir aplicando ajustes de empleo en las plantas mientras aguardan a que el flujo de componentes vuelva a la normalidad para estabilizar la producción y atender a los consumidores. En condiciones normales, el shock de oferta debería desaparecer en 2023, aunque la inquietud está ahora en la incertidumbre económica y las amenazas de recesión en Europa.