La rebaja del PIB al 2,1% pasa factura a un empleo que se estanca en 2023
CUADRO MACROECONÓMICO/ El Gobierno prevé que el mercado laboral se frene al 0,6% el próximo año y rebaja en 200.000 puestos de trabajo el nivel de empleo previsto, lo que frenará la disminución del paro.
Oficialmente, la economía mantiene su “fortaleza” a pesar de la guerra en Ucrania, la inflación y la subida de tipos, ya que “por el momento no hay síntomas de desaceleración económica”, según esgrimió ayer la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros en el que se aprobó el cuadro macroeconómico que acompaña a los Presupuestos Generales del Estado para 2023. Sin embargo, lo cierto es que sí debe de haber alguna señal de esta desaceleración en el horizonte cuando el Gobierno ha recortado sensiblemente sus previsiones de crecimiento para el próximo año y ve el mercado laboral al borde del estancamiento, anticipando para el próximo año 200.000 puestos de trabajo menos de los pronosticados hace apenas tres meses.
El Ejecutivo revisó ayer al alza, en una décima, sus previsiones de crecimiento para este año, pero a cambio recortó seis décimas sus pronósticos para el próximo ejercicio, hasta el 2,1%, lo que equivale a decir que el PIB quedará, en 2023, 7.000 millones de euros por debajo de las cifras anticipadas en abril. Y, aunque la ministra Calviño habló de que el cuadro esboza una “aproximación prudente” a la situación económica de los próximos meses, donde se observa un “fuerte crecimiento de actividad y empleo”, lo cierto es que no es ni una cosa ni la otra. No es prudente porque queda por encima de la mayor parte de los organismos de previsión. De hecho, las previsiones quedan muy por encima de la mayoría del consenso de Funcas y la Autoridad Fiscal habla de un freno hasta el 1,5%, pese a que ve posible también un desvío al alza. Y tampoco hay un fuerte crecimiento del empleo porque el mercado laboral ya acusa signos de desaceleración y se frenará casi por completo el próximo año. En concreto, el empleo equivalente a tiempo completo apenas crecerá este año un 2,9%, ocho décimas menos de lo previsto anteriormente, y llegará al borde del estancamiento el próximo ejercicio, cuando apenas avanzará un 0,6%.
Con ello, aunque “en 2023 se alcanzarán los 21 millones de ocupados”, esta cifra quedará en 200.000 trabajadores menos que lo que se esperaba hace apenas tres meses. Y, aunque parezca que la rebaja es relativamente escasa en medio de la crisis que parece avecinarse, hay que tener en cuenta que el recorte se ha ido repartiendo a lo largo de varias revisiones. De hecho, en el cuadro macroeconómico que acompañaba a los PGE de 2022, hace apenas un año, el Gobierno apostaba por un crecimiento en 2023 del 3,5%, un 70% más que la cifra presentada ayer, y la creación de empleo prevista triplicaba el último pronóstico, manteniéndose relativamente estable en los años posteriores. De hecho, hace un año el Gobierno aspiraba a reducir la tasa de desempleo por debajo del 10% de la población activa en los próximos años, mientras que ahora prevé una estabilización en torno al 12%.
Además, la desaceleración contempla un fuerte recorte del consumo, debido a la pérdida de poder adquisitivo por la inflación, mientras que las inversiones mantienen su vigor a pesar de las fuertes subidas de tipos y gracias al “importante impacto” del plan de recuperación, y las exportaciones siguen disparadas, algo inusitado en un contexto como el actual, donde la eurozona, el principal mercado de exportación de los productos españoles, está cerca de la recesión, lo que abre la puerta a posibles sorpresas a la baja en los próximos meses. En concreto, el Gobierno anticipa un débil avance del consumo privado, del 1,3%, la mitad que el 2,5% proyectado hace tres meses, mientras que el gasto público apenas crecerá un 0,4% después de retroceder un 1% este año, lo que supone un recorte de 1,9 y 1,8 puntos, respectivamente.
En cambio, la situación es mejor para la inversión en bienes de equipo, que crecerá un 9,5% (casi el triple que la anterior previsión, del 3,8%), en construcción (8,4%, un punto más que lo estimado hace tres meses) y las exportaciones (7,3%, 2,4 enteros por encima del pronóstico anterior). El gran problema es que estas cifras penden de un hilo, porque es difícil que empresarios y promotores inmobiliarios se animen a invertir en medio de una fuerte subida de tipos de interés, y también resulta complicado que las exportaciones suban con esa fuerza cuando la eurozona, el principal mercado de exportación español, al que se dirigen el 60% de las ventas de bienes y servicios al extranjero, apenas crecerá un 0,9%, según el mismo cuadro macroeconómico.
El reto de la inflación
Por último, Calviño señaló que “el principal reto de nuestra economía es la inflación”, aunque la parte positiva es que “no se observan efectos de segunda ronda” , si bien sigue en tasas muy elevadas. Por ello, el Gobierno prevé que el Índice de Precios de Consumo (IPC) se siga frenando hasta el 4,1% el próximo ejercicio, en promedio. Sin embargo, esta previsión depende de que los precios del petróleo y el gas no se desmadren. En cuanto al primero, el Gobierno espera una ligera moderación, hasta los 96,9 dólares por barril en promedio (frente a los 101,8 dólares de este año), mientras que en el segundo seguirá disparado, con una subida adicional, de 114,5 euros/MWh este año a los 118,8 euros en 2023.
Los precios del gas seguirán disparados el próximo año, mientras que el crudo se moderará
Las exportaciones y la inversión son los grandes baluartes del PIB pese al difícil contexto mundial