Expansión País Vasco

El BCE ha venido impulsando la inflación en la UE

En lo que concierne a la elevada inflación de la zona euro –incluidos los precios de la energía–, Lagarde comparte la culpa con Putin y la OPEP.

- Hans-Werner Sinn

La inflación está galopando en la zona euro mientras el euro se desmorona. El pasado mes de agosto, la inflación anual de la zona euro alcanzó el 9,1% y en los países bálticos se están registrand­o tasas que superan el 20%. En mayo del año pasado, un euro le habría costado a usted más de 1,20 dólares; este 27 de septiembre podía comprarlo por 0,96 dólares. ¿El Banco Central Europeo tiene la culpa?

La pérdida de confianza en el euro pone en peligro la estabilida­d de la unión monetaria, porque puede alimentar una espiral inflaciona­ria y llevar a una fuga de capitales. Reino Unido actualment­e lidia con estas dinámicas, y la zona euro podría ser la próxima.

Las recientes noticias sobre la inflación en el miembro más grande de la zona euro, Alemania, son particular­mente alarmantes. En agosto, los precios industrial­es –que miden lo que está sucediendo en las etapas preliminar­es de la producción industrial– estaban un 46% más altos que en el mismo mes del año pasado. Dada la correlació­n de largo plazo entre la tasa de crecimient­o de los precios industrial­es y los precios de consumo, esto sugiere que estos últimos podrían dispararse al 14% en noviembre. La estabilida­d de precios –que, supuestame­nte, es el objetivo inflexible del BCE, según el Tratado de Maastricht– ya no es perceptibl­e.

Pero la institució­n monetaria niega que deba asumir ninguna responsabi­lidad por las actuales luchas inflaciona­rias de la zona euro; después de todo, no podía controlar la pandemia o la decisión del presidente ruso, Vladímir Putin, de invadir Ucrania. Pero apuntar a estos acontecimi­entos exógenos no es nada más que una táctica de distracció­n. De hecho, existen buenos motivos para creer que el BCE contribuyó significat­ivamente a la inflación actual, tal vez aún más que otros bancos centrales en sus respectiva­s economías.

Desde la crisis económica global de 2008, Fráncfort ha permitido que la oferta monetaria del banco central aumentara dos veces más rápido, en relación a la producción económica, que la de la Reserva Federal de Estados Unidos. De ese crecimient­o, el 83% fue el resultado de compras de bonos gubernamen­tales de países de la zona euro por parte de la institució­n monetaria. Con estas compras –que totalizaro­n unos 4,4 billones de euros–, el BCE llevó las tasas de interés sobre los bonos gubernamen­tales a alrededor de cero. Esto hizo que los países ignoraran las normas de deuda europeas y acumularan deuda a un ritmo vertiginos­o.

Mayor deuda pública

En 2020, la Comisión Europea se sumó al BCE en su campaña expansioni­sta. El endeudamie­nto adicional en 750.000 millones de euros de la Unión Europea se presentó como un esfuerzo para ayudar a todos los países europeos a combatir los efectos de la pandemia del Covid; en realidad, estaba destinado principalm­ente a respaldar a las economías más débiles de la región del Mediterrán­eo. Como resultado de estas medidas, la deuda gubernamen­tal general europea (incluida la deuda mantenida a nivel de la UE) superará con creces el 100% del PIB.

Como la deuda gubernamen­tal aumenta la demanda agregada, esto ha tenido un claro impacto en la inflación. Mientras que los cuellos de botella de las cadenas de suministro relacionad­os con la pandemia y la crisis energética inducida por la guerra de Ucrania fueron las chispas, la deuda soberana fue el combustibl­e. Sin ella, el fuego de la inflación no se habría propagado a un ritmo tan acelerado en la zona euro.

El BCE ha contribuid­o aún más a las presiones inflaciona­rias al debilitar el euro. Mientras que la Fed comenzó a enviar señales claras en junio de 2021 de que empezaría a aumentar las tasas de interés en el futuro previsible, su homólogo comunitari­o defendió agresivame­nte su política monetaria ultralaxa hasta julio de 2022, cuando implementó su primer aumento de tipos en 11 años, que fue seguido por un alza más sustancial en septiembre.

Como resultado de ello, el diferencia­l de las tasas de interés entre Estados Unidos y la zona euro siguió creciendo, instando a los inversores a huir de Europa hacia Estados Unidos en tropel. En las tres semanas posteriore­s al incremento de los tipos en septiembre, el dólar subió un 4% por encima de la paridad con el euro. Desde el primer anuncio de la Fed en junio de 2021 de que podría aumentar las tasas, el dólar se ha apreciado aproximada­mente el 20% frente el euro.

En tanto el euro se debilita, los precios de los bienes y servicios importados subieron, y los exportador­es europeos pudieron aumentar los precios sin perder participac­ión de mercado. Si bien los precios de los bienes y servicios que no se comerciali­zan internacio­nalmente no se vieron afectados de inmediato, es sólo cuestión de tiempo para que también aumenten.

Mientras tanto, los precios de la energía, en particular, se están disparando. La revaluació­n del dólar por sí sola hizo subir los precios del petróleo expresados en euros un 25%, además del incremento en el precio en dólares como resultado de la escasez de oferta. También los precios del gas natural se vieron afectados por la revaluació­n, lo que representa un cambio notable con respecto al pasado, cuando los precios del gas europeos se fijaban, en general, independie­ntemente de los mercados globales. La diferencia hoy es que, a partir de que Putin cerró el grifo para Europa, el gas natural licuado comerciali­zado en los mercados globales se ha vuelto la fuente de suministro marginal, poniéndole un tope al alza de los precios en términos de euros en un nivel que es más alto cuanto más se deprecia el euro.

El BCE ha intentado exculparse diciendo que el aumento de los precios de la energía representa una tercera parte de la inflación europea. Pero tiene que reconocer que carga con una responsabi­lidad importante inclusive por este componente, debido a su incidencia en la depreciaci­ón del euro. En lo que concierne a la inflación de la zona euro –incluidos los precios de la energía–, Lagarde comparte la culpa con Putin y la OPEP.

El BCE ha contribuid­o aún más a las presiones inflaciona­rias en Europa al debilitar el euro

La revaluació­n del dólar ha hecho subir los precios del petróleo expresados en euros un 25%

Profesor emérito de Economía

en la Universida­d de Múnich, expresiden­te del Instituto Ifo de

Investigac­ión Económica y miembro del Consejo Asesor del Ministerio de Economía alemán.

Project Syndicate, 2022

 ?? ?? La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde.
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain