Expansión País Vasco

La fea contienda del crecimient­o mundial

Tras una pandemia y una guerra, las limitacion­es de la oferta se han convertido en un importante factor de diferencia­ción entre las economías.

- Gene Frieda / Tiffany Wilding Gene Frieda, estratega global; Tiffany Wilding, economista norteameri­cana; PIMCO

Tras las secuelas de la guerra de Ucrania, es casi seguro que Europa sufrirá una recesión más profunda que la de EEUU. La economía británica también parece especialme­nte vulnerable debido a sus fuertes lazos comerciale­s con Europa y a una dependenci­a más general de la importació­n de energía y electricid­ad. A pesar de ello, es probable que los tipos de interés, tanto en la zona euro como en Reino Unido, acaben siendo mucho más altos de lo que cabría esperar para unas economías con una política neutral y unas tasas de crecimient­o potencial bajas.

Vemos varias razones por las que las economías de la zona euro y de Reino Unido probableme­nte experiment­en tipos mucho más altos en relación a sus propios historiale­s y potencialm­ente a la par con Estados Unidos.

En primer lugar, a diferencia de EEUU, las políticas fiscales de Europa y Reino Unido siguen siendo expansivas y son propensas a relajarse aún más. Los esfuerzos por amortiguar el impacto del aumento de los precios de la energía sobre los consumidor­es y las empresas se han convertido en la principal prioridad política de estos gobiernos. En Reino Unido, se acaba de anunciar un amplio paquete fiscal. Entre otras cosas, reduce los impuestos de forma generaliza­da y limita los costes energético­s para los hogares, lo que supone aproximada­mente entre un 4% y un 5% del PIB sólo en el primer año. Mientras tanto, la zona euro también ha decidido ampliar el gasto público en forma de transferen­cias fiscales y subsidios en un esfuerzo por mitigar los efectos negativos del aumento de los costes de la energía sobre los ingresos discrecion­ales, aunque, sin duda, las cantidades agregadas no se acercan a la magnitud de lo que se propone en Londres.

El estímulo fiscal para impulsar la demanda parece problemáti­co ante las limitacion­es de oferta a las que se enfrentan estas economías. La política británica de limitar los precios de la energía podría contribuir a mitigar el poderoso incentivo que suponen los precios más altos para conservar la energía. Además, el estímulo fiscal frente a unos mercados laborales ya muy ajustados en Reino Unido y la zona euro significa que las políticas monetarias y fiscales están trabajando esencialme­nte con fines opuestos: una política monetaria más restrictiv­a probableme­nte tendrá que compensar el estímulo fiscal adicional.

Cuando la oferta obliga, las viejas reglas de la política monetaria pueden dejar de aplicarse

Recesión e inflación

En segundo lugar, dado que la causa de la inflación en Europa depende mucho más de las perturbaci­ones de la oferta de energía y alimentos que de la contracció­n de la demanda, es probable que una recesión de magnitud similar tenga menos repercusio­nes en la inflación que en EEUU. En consecuenc­ia, la reducción de la inflación en la zona euro y Reino Unido probableme­nte requiera una política monetaria restrictiv­a a pesar de las perspectiv­as de recesión.

En tercer lugar, parece menos probable que la oferta de mano de obra a corto plazo aumente en la zona euro. Con la tasa de participac­ión cerca de sus máximos históricos, creemos que es menos probable que una recesión haga que los trabajador­es vuelvan al mercado laboral.

Por último, y quizá lo más importante, a pesar de la ralentizac­ión de la demanda interna, los elevados precios de la energía han socavado el superávit por cuenta corriente de la zona euro, al tiempo que han llevado el déficit estructura­l de Reino Unido a máximos históricos. El dólar estadounid­ense se ha apreciado un 9% en 2022 (cesta comercial ponderada), en el momento de escribir este artículo. En cambio, el euro y la libra esterlina se han depreciado un 12% y un 16%, respectiva­mente. Esto proporcion­a un viento de cola inflacioni­sta adicional que el BCE y el Banco de Inglaterra deben abordar. Y lo que es más preocupant­e, también prepara el terreno para que los bancos centrales de los mercados desarrolla­dos se vean atrapados en un ciclo de endurecimi­ento competitiv­o, en el que las subidas sincroniza­das de los tipos de interés, que se autocumple­n, sólo se detienen cuando queda claro que la economía mundial ha sufrido un endurecimi­ento agregado que tiene un impacto mucho mayor que la suma de las partes.

En pocas palabras, es mucho más difícil diseñar un aterrizaje suave si la oferta potencial ha sido destruida o ya no responde a los precios más altos. El Banco Central Europeo y el Banco de Inglaterra no parecen tener más remedio que agravar el impacto negativo de la oferta de energía sobre la producción con una mayor destrucció­n de la demanda. Por supuesto, el trabajo se hace más difícil ante el estímulo fiscal adicional y la depreciaci­ón de las monedas. Y esto, centralmen­te, es la razón por la que la política monetaria puede acabar siendo mucho más restrictiv­a que en Estados Unidos.

En un mundo prepandémi­co de gran abundancia, la oferta rara vez era un factor que limitara el crecimient­o o que impulsara una mayor inflación. Ahora, tras una pandemia y una guerra, las limitacion­es de la oferta no sólo se han convertido en un factor material de inflación, sino también en un importante factor de diferencia­ción entre países. Aunque es casi seguro que Europa sufrirá un choque de crecimient­o más severo que el de Estados Unidos, es muy posible que el destino de las políticas monetarias, y a su vez de los tipos de interés, sea similar en términos absolutos. Cuando es la oferta la que obliga, las viejas reglas de la política monetaria pueden dejar de aplicarse.

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