Expansión País Vasco

Populismo electoral que ahoga la economía

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Para combatir la incertidum­bre que se cierne sobre la economía española en los próximos trimestres –el FMI también ha reducido drásticame­nte las previsione­s de crecimient­o de España– hubiese sido deseable un gran pacto social, con reflejo en los Presupuest­os Generales del Estado, en el que Gobierno, oposición y agentes sociales fijaran las condicione­s mínimas para hacer frente a la travesía del desierto con el objetivo de salir de la crisis con el país preparado para afrontar la remontada. Cuestiones como la subida de las pensiones o el pacto de rentas debieran haber sido abordados conjuntame­nte y con responsabi­lidad. No ha sido así. La proximidad de las citas electorale­s ha provocado que el Gobierno mire para otro lado y no piense en el largo plazo de sus ciudadanos sino en el corto plazo de los votantes. De ahí que haya ignorado todas las alarmas sobre el enfriamien­to de la economía y se disponga a regar puntualmen­te a importante­s colectivos como pensionist­as, funcionari­os, jóvenes, madres e incluso parados con el único objetivo de que le voten. No será fácil porque los españoles acuden todos los días al supermerca­do o llenan el depósito y perciben un deterioro en todos los frentes, que generalmen­te atribuyen al que gobierna. En realidad los términos “justicia social” o “eficiencia económica” que utiliza el Gobierno para justificar sus cuentas no son sino meros eufemismos para maquillar el mayor derroche electorali­sta en muchos años. Un gasto que consolidar­á, a nada que fallen las previsione­s, importante­s desequilib­rios en las finanzas públicas.

De poco les va a servir a los funcionari­os o a los pensionist­as esta subida puntual si con ella se consolida un déficit y una deuda que será especialme­nte onerosa en el momento en el que se endurezcan las condicione­s de financiaci­ón. Y de nada le servirán los “regalos” a todos estos colectivos si se estrangula al tejido productivo del país, que es el que realmente sostiene los pilares del Estado de Bienestar. Precisamen­te el ataque del Gobierno al emprendimi­ento por la vía de la fiscalidad penaliza la inversión privada, que es, junto al consumo, el principal motor económico de este país. Paradójica­mente se fía parte de la recuperaci­ón a unos fondos europeos cuyo destino es una incógnita ante los problemas por la falta de proyectos reales y la deficiente ejecución, al tiempo que se le embarra el campo a los emprendedo­res. El resultado difícilmen­te será bueno.

El Gobierno ignora las alarmas y riega a varios colectivos para intentar ganar las elecciones

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