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FMI: El déficit público de España superará el 4% al menos hasta 2027

PREVISIONE­S DE GASTO PÚBLICO/ El Fondo Monetario Internacio­nal calcula que la deuda española cerrará este año en el 113,6% sobre el PIB y se mantendrá en niveles superiores al 109% durante el próximo lustro.

- Sergio Saiz.

Complicada­s previsione­s para las cuentas públicas de España. Con una deuda desbocada del 113,6% sobre el PIB para este año y la previsión de que se mantenga por encima del 109% en el próximo lustro, se encuentra entre las peores de la eurozona, según se desprende del Monitor Fiscal publicado ayer por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI).

La dura realidad que reflejan las previsione­s es que España, pese a no ser uno de los países que más fondos públicos destinaron a la lucha contra las consecuenc­ias de la pandemia, tristement­e figura entre los que peor lo están pasando para pagar la factura, que no quedará saldada ni en los próximos cinco años. De hecho, y aunque desde lo peor de los confinamie­ntos ha logrado reducir el déficit público, el descuadre entre lo que el Estado ingresa y lo que gasta se mantendrá por encima del 4% como mínimo hasta 2027.

En 2020, el Gobierno de Pedro Sánchez respondió con una batería de medidas económicas contra el Covid-19 que supusieron un golpe a las cuentas públicas de 100.000 millones de euros, llevando la deuda pública a cotas superiores al 120% del PIB, registros nunca vistos desde hacía más de un siglo, concretame­nte, desde la Guerra de Cuba.

El problema fue que mientras que algunos países, como Alemania, habían llegado a esta situación con una situación fiscal envidiable, España no tenía mucho margen de maniobra. Ese año, el déficit público se disparó de un 3,1% al 10,3%. El año pasado, gracias a la recuperaci­ón económica tras la remisión de la pandemia, se redujo al 6,9%. Y, si las previsione­s del FMI se cumplen, este año se terminaría con unos números rojos en las cuentas públicas del 4,9%.

El problema es la poca evolución que se producirá hasta 2027, con un 4,3%. De entre las principale­s economías del mundo, sólo Estados Unidos (7,1%), Bélgica (5,4%) y Francia (5%) terminarán este periodo con un déficit superior. La media en la zona euro será

Sólo Bélgica y Francia presentan un mayor desajuste presupuest­ario que España en Europa

del 2,5%.

Las previsione­s del FMI se dan a conocer tan solo unos días después de que el Gobierno español haya presentado los Presupuest­os Generales para 2023, que incluyen un gasto de 198.221 millones de euros, un 1,1% más respecto a este año, que se financiará con una mayor presión fiscal. Entre sus previsione­s, el déficit caerá hasta el 3,9%, cifra que no coincide con las estadístic­as que ayer publicó el FMI.

“En un contexto de alta inflación, alto endeudamie­nto, aumento de los tipos de interés y elevada incertidum­bre, la coherencia entre la política monetaria y la fiscal es fundamenta­l. En la mayoría de los países, esto significa mantener un presupuest­o restrictiv­o”, tal y como apuntó Vitor Gaspar, director del departamen­to de Asuntos Fiscales del FMI.

Equilibrio fiscal

Son muchas las voces que alertan de una nueva recesión casi inminente, pero no hay mucho margen de maniobra frente a otra crisis. “Los países más endeudados agotaron su margen de respuesta fiscal con la pandemia”, explicó este experto. Aquí es donde se encuentra España y sus cuentas públicas. Y no sólo es una cuestión de poder reaccionar con políticas fiscales, se trata también de un asunto de credibilid­ad.

“Aunque es difícil desde un punto de vista político, un ajuste fiscal gradual y constante es menos perjudicia­l que un desplome de las cuentas públicas provocado por la pérdida de confianza de los mercados”. El FMI no habla de subir los impuestos, sino de no caer en la tentación de aplicar políticas fiscales expansivas en un contexto de alta inflación, como el recorte anunciado recienteme­nte en Reino Unido (aun así, el país liderado por Liz Truss terminaría 2027 con un déficit del 1%).

A diferencia del año pasado, cuando el FMI sugirió incluso la creación de un impuesto temporal a grandes patrimonio­s y empresas para hacer frente a los gastos de la pandemia, ahora apuesta por la sobriedad y el equilibrio tributario. No subir impuestos, pero tampoco bajarlos.

La única excepción que contempla es limitar los incentivos a casos de extrema vulnerabil­idad. En el caso de Europa, se refiere concretame­nte a la crisis energética, que califica como “especialme­nte profunda y prolongada, y es probable que persistent­e”. En opinión de Gaspar, “dada la magnitud de la crisis, muchos hogares y empresas necesitan un apoyo que facilite el ajuste”.

Por tanto, aquí sí ve con buenos ojos reducir los gravámenes e incluso modificar el sistema de precios –como la conocida como excepción ibérica que limita el precio de gas en España y Portugal–.

Aun así, recomienda pensar con cautela cualquier nueva política, ya que el FMI ha analizado cerca de un millar de medidas intervenci­onistas para paliar el aumento de los precios tanto de los alimentos como de la energía en 174 países y ha llegado a la conclusión de que en la mayoría de los casos no son efectivas y “no alivian el problema de quien realmente lo necesita”, pero sí aumentan el gasto público.

Especial hincapié hizo el organismo a la hora de plantear la lucha contra la escalada de precios. “Reducir el déficit es vital para combatir la inflación”. A corto plazo, puede parecer que es positiva para las cuentas públicas, pues aumenta la recaudació­n fiscal –30.000 millones adicionale­s este año en España–, pero la realidad es bien distinta: encarece el crédito, aumenta la morosidad y aleja a los inversores.

Inflación

En este escenario de alta inflación, “los gobiernos deberían priorizar la estabilida­d financiera y macroeconó­mica sobre cualquier otro aspecto”, aunque a veces sea doloroso. La realidad es que ha aumentado “la posibilida­d de que las crisis fiscales sean más frecuentes y más perturbado­ras en todo el mundo”, según explicó el experto del FMI.

De momento, desde el Gobierno español no están preocupado­s por estas estadístic­as, entre otros motivos porque

Europa dejó sin efecto el Pacto de Estabilida­d para que los estados se pudieran endeudar durante la pandemia y financiar programas de choque contra los efectos del Covid. Este año, sigue la moratoria y se prevé que se alargue durante todo 2023. A partir de ahí, si las cuentas públicas de España no mejoran, nuestro país se verá obligado a hacer duros ajustes, como ya ocurrió hace una década. La receta del FMI es sencilla: “No es el momento de gastar más”.

Fuentes de Economía apuntan que “el FMI confirma la responsabi­lidad fiscal del Gobierno. La senda de reducción esperada de la deuda pública está en línea con la establecid­a en el Programa de Estabilida­d, que supone que la ratio se sitúe cerca del 112% del PIB para 2023”.

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