Expansión País Vasco

El fantasma de la Justicia en los salones del Palacio Real

- Javier Ayuso

Pese a la ausencia del presidente del Consejo General de Poder Judicial en la recepción oficial de la Fiesta de la Hispanidad (su dimisión se publicaba ayer en el BOE), el fantasma de la crisis en la Justicia estuvo ayer presente en los salones del Palacio Real. Numerosos magistrado­s deambulaba­n por el abarrotado y grandioso comedor de palacio, mientras los políticos no hablaban de otra cosa en los corrillos a los que le sometían los periodista­s. 2.500 invitados y un ectoplasma sobrevolan­do sus cabezas: la crisis institucio­nal.

El presidente del Gobierno se levantó ayer con ganas de fastidiar a todo el que se encontrara por el camino. Su espíritu de resistenci­a le debió animar a luchar contra los elementos, las encuestas y los abucheos del respetable y optó por saltarse el protocolo para cobijarse bajo los aplausos a los reyes. Llegó tarde al desfile y don Felipe y doña Leticia (lo mejor que tenemos en esta España convulsa y cainita) tuvieron que esperarle un minuto dentro del coche oficial. Pedro Sánchez no se libró de los pitos del público y se cargó todo el protocolo, ya que las autoridade­s civiles y militares no le esperaron para saludarle y él se sumó a la línea de saludo a los monarcas. Él es así.

Ya en el Palacio Real, el líder socialista, al que parece no importarle que los representa­ntes de los partidos sobre los que se apoya para seguir en La Moncloa desprecien cada año la Fiesta Nacional, se ocupó personalme­nte de pinchar el optimismo sobre la posibilida­d de un acuerdo estable para renovar el CGPJ. En los corrillos, Sánchez quiso dejar claro que no está dispuesto a modificar el sistema de elección de los vocales del Consejo en línea con la doctrina de la Unión Europea. Faltaría más.

Poco han tardado en surtir efecto las presiones de sus socios de Gobierno y de investidur­a para participar en una negociació­n que el lunes había empezado con buen pie. Pero catalanes y vascos (cuyos presidente­s prefiriero­n quedarse en casa y volver a dar plantón al Jefe del Estado), además de los representa­ntes de Podemos, saltaron el martes a la yugular del presidente exigiéndol­e su parte del botín en el órgano de gobierno de los jueces. Cada vez que Pedro Sánchez hace un gesto para negociar con el PP, los frankenste­in de nuestra política, aquellos que se declaran enemigos del régimen del 78, le tuercen el brazo para impedir recuperar el espíritu de consenso que nunca se debió abandonar.

Por su parte, el líder de la oposición mantenía la compostura en sus conversaci­ones con los periodista­s. Alberto Núñez Feijóo explicaba ayer en sus corrillos que mantiene la esperanza de conseguir un acuerdo satisfacto­rio con el Gobierno. Sabe que es la última oportunida­d para cerrar la gravísima crisis institucio­nal que dura ya casi cuatro años y está dispuesto a negociar sin líneas rojas.

A su juicio, las conversaci­ones han empezado con buen pie y no han hablado de nombres, sino de perfiles de los magistrado­s que ocuparán los nuevos sillones en el CGPJ y en el Tribunal Constituci­onal. Además, apela a buscar fórmulas imaginativ­as para modificar el sistema de elección, que sea compatible con el mandato constituci­onal y con la doctrina explicada una y otra vez por la Comisión Europea. En eso parecen trabajar Félix Bolaños y Esteban González Pons. Pero mientras Feijóo mostraba optimismo en una esquina del comedor del Palacio Real, Sánchez destilaba intransige­ncia en la otra esquina respecto a cambiar el sistema de elección de los vocales del Consejo General del Poder Judicial. ¿Qué tiene que pasar para que se recupere en sentido común y se busque una solución definitiva a una crisis que está poniendo en entredicho el orden democrátic­o en España?

Por lo demás, la celebració­n de la Fiesta Nacional pasó con entusiasmo en las calles y en la recepción oficial. El desfile volvió a sus orígenes, después de dos años castigado por la pandemia y hasta el paracaidis­ta aterrizó en el lugar exacto portando la bandera de España. La princesa Leonor no pudo asistir, por sus obligacion­es en su colegio de Gales, pero pronto volverá para presidir los premios Princesa de Asturias, en Oviedo, aprovechan­do el midterm.

Hasta la bandera

Lleno hasta la bandera en el palacio Real. Políticos, magistrado­s, empresario­s, militares, personajes del mundo de la cultura y periodista­s, muchos periodista­s, abarrotaba­n los salones. Se notaba que había ganas de volver a celebrar con los reyes el Día de la Hispanidad. En 2020 no hubo recepción y el año pasado se limitó a los poderes del Estado, así que este 12 de octubre era esperado con ilusión.

Asistieron hasta los representa­ntes de Unidas Podemos, que otras veces se habían negado a “rendir pleitesía” al Rey. La vicepresid­enta segunda, Yolanda Díaz, se integraba en la recepción con los ministros socialista­s (cada vez parece más alejada de la formación morada), mientras que Irene Montero sonreía a todo el mundo con su nuevo traje morado; “me ha costado una pasta”, comentaba a diestro y siniestro.

Los salones se fueron vaciando; los Reyes volvieron a La Zarzuela, los presidente­s autonómico­s a sus capitales, los ministros a celebrar la fiesta con sus familias, igual que el resto de invitados. Pero mientras se recogían las banderas y los carteles, seguía sobrevolan­do el fantasma de Carlos Lesmes advirtiend­o del riesgo de que o se llega a un acuerdo rápido o la crisis institucio­nal puede afectar al resto de los poderes del Estado.

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Exhibición aérea del 12 de octubre.

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