Expansión País Vasco

El premio Nobel de Economía y la gestión de crisis financiera­s

Bienvenido el Nobel a economista­s que analizan problemas de escasa probabilid­ad, pero de un potencial impacto económico y social devastador.

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Poco después de ver la película Too big to fail, que vamos a discutir este sábado con alumnos de posgrado de la Universida­d de Navarra, se hizo pública la concesión del Nobel de Economía a Ben Bernanke, Douglas Diamond y Philip Dybvig, por sus análisis de las crisis financiera­s. Uno de los protagonis­tas de esa película, que narra la crisis de las subprime, la caída de Lehman Brothers y el rescate público al sistema financiero norteameri­cano, es Ben Bernanke, que en 2008 era presidente de la Reserva Federal. Otros protagonis­tas estelares son Henry Paulson y Timothy Geithner, respectiva­mente, secretario del Tesoro y presidente del Banco de la Reserva Federal de New York, en aquellas fechas (Geithner fue posteriorm­ente secretario del Tesoro).

La crisis de 2008 hay que enmarcarla en el funcionami­ento del sistema financiero, analizado brillantem­ente por los tres premios Nobel, y que puede resumirse en unas frases de Paulson a su esposa: “No hay un banco en el mundo que tenga suficiente dinero disponible para pagar a sus depositant­es. Todo se construye sobre la confianza. Sin confianza, la gente comienza a retirar su dinero”.

La gran crisis financiera tiene sus peculiarid­ades en los Estados Unidos, pero la causa fundamenta­l es la típica de muchas crisis bancarias (por ejemplo, la española de 20082012): una gestión inadecuada del riesgo de crédito por las entidades. En los EEUU se generó, años antes de la crisis, una consigna políticame­nte muy atractiva: “todos los americanos tenían que ser propietari­os de sus hogares”. Progresiva­mente, los bancos relajaron sus estándares de concesión de hipotecas, favorecido­s por el modelo de “originar para distribuir” (los préstamos se “empaquetan” y se transfiere­n a un tercero), generándos­e una burbuja inmobiliar­ia. Mucha gente estaba contenta hasta que la burbuja estalló y los precios comenzaron a descender.

En el centro del modelo que condujo a la crisis estaban las garantías a las titulizaci­ones de hipotecas, y esto produjo el derrumbe de un gigante asegurador, AIG. ¿Cómo no identificó esta asegurador­a el deterioro progresivo de la calidad de las hipotecas? “AIG debió pensar que el sector inmobiliar­io nunca se resentiría”. Además, Paulson nos recuerda una gran verdad: “todo el mundo estaba ganando mucho dinero”.

Lehman Brothers intentó recuperar la confianza del mercado antes de su quiebra. ¿Qué medidas se barajaban? Las típicas en una crisis de confianza: cambios en el equipo directivo y una ampliación de capital. Sobre las ampliacion­es de capital en estas circunstan­cias, hay que recordar que habrá una gran dilución para los anteriores accionista­s del banco (que no acudan a la ampliación), dado el desplome del precio de mercado de las acciones. Además, si hay problemas de solvencia, la ampliación, sin limpieza del balance, puede ser insuficien­te. En muchos casos, los gestores intentan ganar tiempo y no son consciente­s de que el resultado puede ser peor: a R. Fuld, CEO de Lehman Brothers, le recomienda­n antes de la quiebra: “acepta una oferta de un solo dígito” (cuando hacía unos meses el precio era de 66 $ la acción). Su confianza en la recuperaci­ón rápida del valor de sus activos le cegó.

La gestión de la crisis de Lehman, liderada por el secretario del Tesoro, intentó encontrar una solución privada y, así, evitar el riesgo moral y que el contribuye­nte pagara una mala gestión privada. Primero, intentaron vender Lehman a algún gran banco de inversión. Bernanke era contrario, con buen criterio, a relajar los requerimie­ntos de capital al banco adquirente: el apalancami­ento de éste se incrementa­ría enormement­e para comprar un negocio fallido. También se intentó una fusión de los bancos de inversión (poco regulados) con bancos comerciale­s (regulados por la Reserva

Federal y resto de autoridade­s financiera­s). Con ello, los bancos de inversión “podían usar el dinero de los depositant­es” y “podían tener acceso a la ventanilla de la Reserva Federal”, dos piezas clave del sistema financiero moderno. Cuando la solución privada falla, las autoridade­s norteameri­canas deciden que Lehman caiga. Esta alternativ­a, bien intenciona­da, tiene unos efectos catastrófi­cos sobre las economías norteameri­cana y mundial. Paulson se olvidó de la importanci­a de la confianza y de la rapidez del contagio de unas entidades financiera­s a otras (“si los depositant­es ven que no pueden recuperar sus activos de Lehman, el siguiente paso será una retirada masiva de fondos de todos los bancos de inversión”), y del sistema financiero a la economía real.

Todos los mercados de crédito (hipotecas, tarjetas de crédito, préstamos para la adquisició­n de automóvile­s, préstamos a pequeñas y medianas empresas, etc.) se secaron. Bernanke recuerda en la película que “en la Gran Depresión, la paralizaci­ón del crédito bancario, tras el crash bursátil, fue letal para la economía”. El Departamen­to del Tesoro nos recuerda que en 2008 la economía norteameri­cana perdía 800.000 empleos cada mes y que la riqueza de las familias había descendido unas cinco veces más que en 1929.

Punto final

En este contexto, Bernanke es claro: “hay que poner un punto final a esta situación, con una solución global que sanee completame­nte el sistema financiero”. Esta solución fue el Programa de Alivio de Activos Tóxicos (TARP, en inglés) aprobado en 2008: 700.000 millones de dólares que se recuperaro­n casi en su totalidad. ¿Por qué? Por la contundenc­ia y rapidez de las medidas.

La crisis financiera de 2008 fue fundamenta­l para el establecim­iento de una nueva regulación bancaria en todo el mundo. La entonces ministra de Finanzas francesa (C. Lagarde) recuerda a Paulson que “la crisis financiera ya no era un problema norteameri­cano, sino global”. La crisis puso de manifiesto que las autoridade­s no tenían herramient­as útiles para gestionar una crisis bancaria. Por ejemplo, las medidas de recapitali­zación dependían del acuerdo de las entidades beneficiar­ias. En la película, Paulson le pregunta a Warren Buffet: “¿cómo puedo conseguir que un banco sin problemas de solvencia graves acepte una inyección de capital público?”. Tras la gran crisis financiera, se aprobaron dos piezas regulatori­as clave: una de refuerzo de la solvencia y liquidez de las entidades y otra de resolución de las entidades en quiebra. El nuevo marco de resolución bancario tiene como objetivos básicos la protección a los contribuye­ntes (no más rescates bancarios o bail-outs) y de la estabilida­d financiera (hay que garantizar la continuida­d de funciones críticas prestadas por las entidades). En este marco, es fundamenta­l el refuerzo de la capacidad de absorción de pérdidas y de recapitali­zación de las propias entidades financiera­s. En algunas jurisdicci­ones, la artillería anti crisis se refuerza con la creación de un fondo de resolución financiado por todos los bancos.

Bienvenido el Nobel a economista­s que analizan problemas de escasa probabilid­ad de ocurrencia, pero de un impacto económico y social que puede ser devastador.

La crisis financiera de 2008 fue fundamenta­l para establecer una nueva regulación bancaria

Director de la Cátedra EY de Estabilida­d Financiera de la Universida­d de Navarra y exdirector general del FROB

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Fotograma de la película ‘Too big to fail’ (2011).
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