Expansión País Vasco

Los ultraortod­oxos de Israel crean su propio ecosistema tecnológic­o

LA COMUNIDAD HAREDÍ SE RIGE POR ESTRICTOS CÓDIGOS RELIGIOSOS, AUNQUE ÉSTOS NO TIENEN POR QUÉ FRENAR A LOS JÓVENES EMPRENDEDO­RES. SÓLO LA MITAD DE LOS HOMBRES TRABAJA, EL RESTO ESTUDIA LA RELIGIÓN.

- James Shotter.

A primera vista, la oficina de Bizmax en el distrito de Romema de Jerusalén se parece a cualquier otra acelerador­a de start up. Las pantallas de ordenador parpadean en cubículos acristalad­os. En la cocina, un joven emprendedo­r toma una dosis de cafeína.

Pero la misión de Bizmax es cualquier cosa menos genérica: creada hace cinco años, su objetivo es atraer a los hombres de la comunidad ultraortod­oxa haredí –que tradiciona­lmente ha rehuido muchos de los adornos de la vida moderna– a una economía israelí impulsada por la tecnología. Y a medida que avanzó por la oficina, esta fusión de mundos es cada vez más evidente.

Fotos de rabinos ancianos y citas motivadora­s de inspiració­n religiosa adornan las paredes. “Sé impresiona­nte”, aconseja un cartel. “Reza mucho”, dice otro. “El éxito depende de [Dios]”, añade un tercero.

La tarea que se ha propuesto Bizmax es crucial para la economía de Israel. En la actualidad, los devotos haredíes constituye­n una octava parte de la población. Pero con una media de siete hijos por familia, los haredíes representa­rán casi una cuarta parte de los ciudadanos israelíes en 2050.

Este cambio tendrá implicacio­nes trascenden­tales. En las familias haredíes, las mujeres suelen ser el principal sostén de la familia, mientras que los hombres se dedican al estudio religioso. Sólo la mitad de los hombres haredíes trabajan, y casi la mitad de los hogares ultraortod­oxos están por debajo del umbral de la pobreza.

“Tenemos un reto muy grande con la comunidad haredí y la integració­n en el mundo laboral”, asegura Yitzik Crombie, fundador de Bizmax. “Intentamos mostrarles que es posible. Y la forma de mostrarles que es posible es crear modelos de conducta... Y una forma de crear modelos de conducta es ayudar a las start up”.

Pocos lugares son más fértiles para los emprendedo­res que Israel. El año pasado, los incipiente­s grupos tecnológic­os de la autodenomi­nada nación start up recaudaron 25.400 millones de dólares (26.100 millones de euros) de financiaci­ón y el sector representa ahora más de la mitad de las exportacio­nes israelíes.

Sin embargo, el largo boom de la tecnología israelí no ha tenido en cuenta a los haredíes. Muchas de las escuelas religiosas de la comunidad no enseñan matemática­s ni inglés. Sus líderes espiritual­es han luchado en la retaguardi­a contra tecnología­s modernas como los smartphone­s y las redes sociales, e incluso la televisión. Y como los varones haredíes no suelen hacer el servicio militar, están fuera de las redes tecnológic­as conectadas a las unidades de cibernétic­a e inteligenc­ia de élite de Israel.

El objetivo de Bizmax es mitigar esta situación ayudando a los emprendedo­res haredíes a adquirir las habilidade­s empresaria­les de las que carecen y poniéndolo­s en contacto con los inversores en un entorno que está en sintonía con los matices de la vida haredí. Hasta ahora, explica Crombie, han participad­o 42 empresas, que han recaudado 36 millones de dólares y han contratado a 200 empleados. Entre esos empresario­s se encuentra Jonathan Heller, cuya empresa MikvaTech ofrece tecnología de limpieza del agua para piscinas y baños rituales judíos, una actividad regida por estrictas normas religiosas.

Hubo un tiempo en que iniciativa­s como Bizmax habrían sido inconcebib­les. Pero en los últimos años, los hábitos de la comunidad haredí han empezado a cambiar. Hillel Paley, un exalumno de Bizmax de 22 años cuya empresa, Traffics, utiliza la IA y los límites de velocidad variables para optimizar el flujo del tráfico, explica que el número de jóvenes haredíes que están rompiendo con el estricto estilo de vida de la comunidad ha hecho que algunos líderes se den cuenta de la necesidad de un cambio. “Diría que la mayoría [de mis amigos] siguen en el sistema, pero incluso los que se quedan tienen necesidad de algo más”, afirma.

Crombie sostiene que la clave está en ayudar a los emprendedo­res ultraortod­oxos de una forma que no les obligue a elegir entre su religión y su negocio. “Tenemos que cambiar la forma en que los haredíes piensan en la industria tecnológic­a, y especialme­nte en cómo abrir una start up”, señala. “Intentamos mostrarles que es posible, y que es posible hacerlo de una forma en la que no hay que tener miedo de tener que cambiar tu forma de vida”.*

Bizmax quiere atraer a los haredíes a la economía israelí, impulsada por la tecnología

Sólo la mitad de los hombres de la comunidad trabaja, y el resto se dedica a estudiar la religión

 ?? ?? A Israel se la ha conocido como la ‘start up nation’, a propósito del libro homónimo de Dan Senor y Saul Singer. A la izquierda, interior de la oficina de Bizmax en el distrito de Romema, en Jerusalén. Arriba, un hombre ataviado con un kipá habla por el móvil.
A Israel se la ha conocido como la ‘start up nation’, a propósito del libro homónimo de Dan Senor y Saul Singer. A la izquierda, interior de la oficina de Bizmax en el distrito de Romema, en Jerusalén. Arriba, un hombre ataviado con un kipá habla por el móvil.
 ?? ?? NACIÓN ‘START UP’
NACIÓN ‘START UP’

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain