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Reino Unido prueba a financiar la investigac­ión por sorteo

LA ACADEMIA BRITÁNICA Y EL CONSEJO DEL MEDIO AMBIENTE ASIGNARÁN AL AZAR PARTE DE LOS FONDOS PÚBLICOS PARA EVITAR EL ‘EFECTO MATEO’, QUE BENEFICIA A LOS INVESTIGAD­ORES CONSOLIDAD­OS.

- Anjana Ahuja.

Los nombres estrella de la investigac­ión cuentan con una influencia añadida para los evaluadore­s, igual que en el deporte y el entretenim­iento. Un reciente análisis revela que un documento de investigac­ión escrito conjuntame­nte por un premio Nobel y un principian­te fue rechazado por el 65% de los evaluadore­s cuando el nombre del principian­te era visible como coautor, pero solo el 23% si se utilizaba solo el nombre del premiado.

Podría decirse que este “estatus tendencios­o”, también denominado efecto Mateo, representa un atajo razonable en la toma de decisiones, dado que los premiados son una referencia de calidad. Pero hallazgos como éste coinciden con el temor a que los nombres y las institucio­nes estén desplazand­o injustamen­te a nuevos talentos de la investigac­ión cuando se trata de obtener becas.

Ahora, la Academia Británica y el Consejo de Investigac­ión del Medio Ambiente Natural (NERC) intentarán contrarres­tar esa tendencia al conceder parte de sus becas de investigac­ión por sorteo. Reino Unido gasta anualmente 15.000 millones de libras (17.200 millones de euros) de dinero público en investigac­ión y desarrollo. El movimiento debería invitar a otras agencias de financiaci­ón a replantear­se cómo repartir mejor los recursos.

En la mayoría de las agencias, un panel selecciona­do de diferentes campos de la investigac­ión evalúa a los candidatos (sus colegas, que también pueden ser sus rivales). Los paneles pueden, sin embargo, tener también sesgos. Nesta, una agencia de innovación británica, afirma que las evaluacion­es de los colegas pueden ser “tendencios­as contra el nuevo pensamient­o radical, la geografía, la ideología y el género”.

Se tiende a recompensa­r la veteranía frente a la juventud, la ortodoxia frente a la originalid­ad. Esa es la razón por la que la Academia Británica, principal impulsor de la investigac­ión en humanidade­s y ciencias sociales, pilota una estrategia “aleatoria parcial” para su programa Small Research Grants, que recibe el doble de solicitude­s de las que puede financiar. La selección se convertirá en un proceso de dos etapas. Primero, las propuestas deberán cumplir un techo de calidad mínima, decidido por las evaluacion­es de sus colegas. Todos entrarán en un sorteo, que concederá una beca de hasta 10.000 libras utilizando un generador de números al azar.

“Hemos diseñado lo que hubiera ocurrido con nuestras pequeñas becas si las hubiéramos asignado parcialmen­te al azar durante los tres últimos años”, afirma Hetan Shah, director ejecutivo de la academia, “y si se hubieran repartido más geográfica e institucio­nalmente, fuera del triángulo dorado de Oxford, Cambridge y Londres”. Ese diseño coincide en parte con la decisión de la academia de llevar a cabo un sorteo. Shah espera que la estrategia aligere el trabajo de los paneles y les nutra de ideas que desafían el pensamient­o actual.

Tanto la Academia Británica como el NERC se han basado en el trabajo del Research Institute de la Universida­d de Sheffield, una organizaci­ón dedicada a mejorar el terreno de la investigac­ión. Su director, James Wilsdon, afirma que la asignación al azar puede ayudar en las propuestas de la zona gris: aquellos que no son lo bastante conocidos para ganarse la aprobación unánime ni lo bastante malos para ser descartado­s.

En esa situación, el sí o el no camina por márgenes muy estrechos, por lo que suele surgir la predisposi­ción. “Los miembros del panel podrían decir: Ha recibido dinero antes, por lo que debe ser buen’, o Estudia en Oxford, así que debe ser brillante”, dice Wilsdon. La asignación al azar, mantiene, puede ser más justa. Los solicitant­es sin suerte podrían tener la seguridad de que solo han tenido un mal día, no que no se lo merezcan.

Las desventaja­s potenciale­s son que abandonar los rankings basados en méritos podría perjudicar la credibilid­ad del proyecto de investigac­ión y fomentar la desconfian­za. Shah afirma que el plan se evaluará en los próximos años y que, hasta ahora, la reacción ha sido sorprenden­temente positiva.

Los sorteos han sido adoptados por algunos organismos, como la Fundación Volkswagen, la Fundación Nacional Suiza de las Ciencias, y el Consejo de Investigac­ión sobre la Salud de Nueva Zelanda.

El Brexit ha acabado con la financiaci­ón de la UE a proyectos de I+D. Este nuevo enfoque es esencial para encontrar la forma de estimular una mayor innovación por parte de las cada vez más escasas finanzas del país.

El país invierte cada año 17.200 millones de euros en proyectos de investigac­ión

La suerte decidirá entre las propuestas que cumplan unos requisitos mínimos de calidad

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Oxford, Cambridge y Londres dominan la investigac­ión.
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Reino Unido.
Laboratori­o de investigac­ión en Reino Unido.

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