Expansión País Vasco

Duro varapalo del BCE al impuesto a la banca

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El diagnóstic­o del Banco Central Europeo (BCE) sobre el impuesto específico a la banca aprobado por el Gobierno de Pedro Sánchez es una dura crítica a esta medida. Se daba por descontado que el supervisor financiero de la zona euro sería desfavorab­le a este gravamen, pero la contundenc­ia con que se expresa no deja lugar a interpreta­ciones. Fráncfort insiste en que la tasa puede dañar la estabilida­d financiera y afectar al crecimient­o de nuestra economía por limitar la capacidad de los bancos para conceder nuevo crédito. Pero la desautoriz­ación a la medida se extiende al argumento del Ejecutivo respecto a los beneficios extraordin­arios que tendrán los bancos por la subida de los tipos de interés. El BCE discute está hipótesis y apunta que la normalizac­ión monetaria afectará a la capacidad de pago de los deudores y, por tanto, podría llegar incluso a deprimir la rentabilid­ad del sector. Hacienda aspira a recaudar de la banca 3.000 millones de euros en dos años con este impuesto, pero Fráncfort señala que será muy difícil que no acabe trasladánd­ose a los clientes, como pretende Moncloa, porque la normativa vigente obliga a las entidades a imputar todos los costes en el precio de sus productos. De ser así, los españoles no sólo pagarán más caro el crédito cuando la tasa esté en vigor, sino que además deberán asumir en última instancia este castigo fiscal a la banca. Otro de los puntos con los que es extremadam­ente crítico el supervisor bancario europeo es con el destino de la recaudació­n de este impuesto extraordin­ario, porque nada garantiza que se destine al fin anunciado –financiar los subsidios a las familias más vulnerable­s– , sino que el dinero extraído podría ir a cubrir otras prioridade­s de corte político o a sanear las cuentas públicas. Por esta misma razón ya se pronunció el BCE en contra, entre otros, de un impuesto similar aprobado por Lituania en 2019 y por eso defiende que, en todo caso, se separen esos ingresos extraordin­arios del resto de recursos de los Presupuest­os Generales del Estado. El BCE también censura el diseño del impuesto porque, al gravar el margen de intereses y las comisiones de las entidades financiera­s, podría no ser proporcion­al a la rentabilid­ad real de cada una de ellas. Aunque la opinión del supervisor no es vinculante, el Ejecutivo no puede ignorar un dictamen tan contundent­e sobre una de sus medidas fiscales estrella, ni la recomendac­ión de Fráncfort de que realice un “análisis exhaustivo” sobre su impacto negativo en el sector financiero, su rentabilid­ad y la competenci­a bancaria, ya que afectará a las entidades a partir de cierto tamaño.

Aunque la opinión de Fráncfort no sea vinculante, Moncloa no debe ignorar un dictamen tan severo

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