Los bancos confían en que el Congreso suavice el impuesto
REACCIÓN/ Las entidades, satisfechas porque el BCE hace suyos casi todos los argumentos esgrimidos por el sector.
El supervisor ha recogido prácticamente todos los argumentos sobre la improcedencia del tributo puestos de manifiesto por los bancos en las últimas semanas y su posible impacto negativo sobre la estabilidad y el crecimiento económico. Además, los defiende con un tono más duro y una redacción mucho más clara de la posición expresada sobre un impuesto muy similar planteado en Lituania en 2019.
El sector se siente satisfecho, aunque oficialmente ayer solo se pronunció la Ceca, la patronal de las antiguas cajas. “Se trata de un informe sólido y contundente emitido por un organismo de reconocido prestigio, que confirma los efectos perjudiciales que se han puesto de manifiesto por parte del sector desde que se anunció la medida. El BCE afirma que el gravamen puede generar distorsiones en la competencia y afectar a la solvencia de las entidades, a su capacidad para conceder crédito y, por tanto, al crecimiento económico del país. El BCE, además, espera que las entidades de crédito reflejen en los precios de sus préstamos todos los costes en los que hayan incurrido, incluidos los fiscales”, indicó ayer.
El pronunciamiento del BCE es crucial, en su opinión, porque desmonta el apriorismo gubernamental de que las subidas de tipos de interés van a disparar la rentabilidad de los bancos. El BCE recuerda que hay otros efectos que acompañan el nuevo escenario monetario que les perjudican, como el repunte de los costes de financiación y de las provisiones, entre otros.
Los banqueros han insistido en las últimas semanas en que una cosa son los beneficios, que pueden ser muy altos, y otra la rentabilidad sobre los recursos propios, que en la mayoría de casos no es suficiente para cubrir el llamado coste de capital del negocio, que es superior al de otras actividades económicas.
El sector da por hecho que el impuesto se va a aprobar, pero confía en que la redacción final de la proposición de ley, actualmente en tramitación parlamentaria, suavice alguno de los aspectos más criticados por el BCE.
Por ejemplo, el que tiene que ver con la distorsión sobre la competencia. El tributo está concebido como un gravamen sobre los ingresos de aquellos grupos financieros (bancos y financieras de consumo) que superen los 800 millones de euros anuales o más. Es decir, solo a una docena de bancos, según la interpretación que hace el propio BCE. Deja fuera a grupos extranjeros importantes, como ING y Deutsche Bank. Y también a las cajas rurales, algunas de las cuales llegan a tener cuotas superiores al 30% en algunos territorios.
Según los bancos, esta distorsión está pesando en el valor en Bolsa de los afectados. Algunos proponen que el impuesto, en lugar de recaer sobre los ingresos, se plantee como una tasa sobre los activos y pasivos. De esta manera se conseguiría una mayor neutralidad impositiva.
Los doce bancos sujetos al impuesto quieren que también afecte a entidades extranjeras