Qué podemos esperar realmente de la COP27
Los líderes mundiales podrían llegar a un compromiso sobre la financiación que ayude a no avivar la frustración de los países en desarrollo
Los líderes mundiales se reunirán hasta el 18 de noviembre en la 27ª Conferencia de las Partes de la CMNUCC (COP27) en Egipto para debatir algunas de las cuestiones más urgentes del cambio climático. La adaptación, la financiación y las pérdidas y daños relacionados con el clima ocupan un lugar destacado en la agenda.
Pero, antes de hablar de la COP27, debemos destacar que en la anterior cumbre climática se planificó explícitamente la reducción del uso del carbón, el combustible fósil más intensivo en carbono. Sin embargo, la actual crisis energética está minando este compromiso porque la preocupación por la asequibilidad de la energía y la seguridad energética está favoreciendo la vuelta al carbón a corto plazo. Su uso está lejos de reducirse, ya que este combustible fósil representa una alternativa más barata que el gas, cuyo suministro se está viendo mermado por el conflicto entre Rusia y Ucrania. Por ello, la Agencia Internacional de la Energía estima que la demanda mundial de carbón volverá a alcanzar su máximo histórico en 2022.
Otro de los principales resultados de la COP26 fue que se pidió a los países que reforzaran sus contribuciones determinadas a nivel nacional para 2030 antes de finales de 2022 con el fin de limitar el calentamiento global a 1,5 °C. Aunque el impulso de la acción climática sigue siendo positivo, menos de 25 países han actualizado sus compromisos climáticos y otros 160 aún tienen que actualizarlos.
La COP27 se ha enmarcado como una cumbre para complementar lo ya establecido y hacer plenamente operativo el Acuerdo de París. Los debates se centrarán en cómo reducir la brecha entre los objetivos y las acciones tangibles, mostrando los avances en materia de legislación y políticas. Esto será importante para el sector financiero, ya que la definición de los planes de transición energética por parte de los gobiernos da confianza a los inversores sobre la dirección de la marcha.
Creemos que la COP27 no va a conseguir más acción climática. Aunque el aumento de los precios del carbono es necesario para incentivar el abandono de los combustibles fósiles y la descarbonización de la economía mundial, no las tiene todas consigo en un momento en que la inflación se dispara en todo el mundo y el suministro energético se ve reducido por las tensiones geopolíticas. Así pues, aunque en la agenda de la COP27 figura una mayor ambición, las perspectivas de compromisos más firmes en materia de reducción de emisiones parecen escasas.
Puntos clave de la agenda
Esta cumbre es la primera que se celebra en el continente africano, una de las regiones más expuestas a los efectos del calentamiento global y a los fenómenos meteorológicos extremos, pero también una de las menos resistentes al clima. La adaptación, es decir, cómo prepararse para los impactos de un clima en constante cambio es una cuestión clave, especialmente para los países en desarrollo. La forma en que estos países van a cambiar sus economías para prepararse para un mundo más cálido es un paso importante para garantizar una mayor estabilidad económica. La inversión en proyectos como la actualización de las infraestructuras hídricas y la mejora de la resistencia de la agricultura mejorarán las perspectivas de crecimiento económico de muchas economías.
El IPCC calcula que las necesidades de adaptación alcanzarán los 127.000 millones de dólares y los 295.000 millones de dólares anuales sólo para los países en desarrollo en 2030 y 2050, respectivamente. Movilizar el capital no sólo para reducir las emisiones, sino también para proyectos de adaptación, será otro de los pilares de las negociaciones en la COP27. Pero no será una tarea fácil.
Las demandas de financiación climática por parte de las economías en desarrollo para ayudarles a hacer frente a un clima cambiante no son nuevas. En 2009, los países desarrollados acordaron movilizar 100.000 millones de dólares de ayuda a las naciones en desarrollo al año para 2020. Más de diez años después, estas promesas de financiación no se han cumplido. Como resultado, los países en desarrollo se han visto cada vez más frustrados por esos incumplimiento. En particular, los líderes africanos han señalado que, aunque el continente es el que menos ha contribuido al cambio climático, siendo responsable de menos del 3% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, está muy expuesto a los impactos del calentamiento global.
Por ello, los países en desarrollo también buscan financiación para hacer frente a los costes de las pérdidas y los daños; esto es, los impactos del cambio climático que van más allá de lo que los países pueden mitigar o adaptarse.
Principales retos
Todos los países acordaron abordar las “pérdidas y daños relacionados con los impactos del cambio climático”, pero los países desarrollados se han mostrado reacios a discutir este mecanismo, ya que la función de pérdidas y demandas es muy controvertida.
Hace unas semanas, Dinamarca se convirtió en el primer miembro de la ONU en conceder dinero para compensar las pérdidas y daños climáticos, destinando 100 millones de coronas danesas (unos 13,5 millones de euros) para ayudar a las comunidades más vulnerables. La medida podría presionar a otras regiones ricas, como Estados Unidos y Europa, para seguir sus pasos.
António Guterres, secretario general de la ONU, destacó en un reciente discurso que un resultado exitoso de la COP27 tiene que incluir un mecanismo de financiación para pérdidas y daños. La creación de un mecanismo de financiación pública no está prevista, ya que la actual crisis energética y el aumento del gasto durante la pandemia del Covid-19 han puesto bajo presión las finanzas de los gobiernos.
Sin embargo, los líderes mundiales podrían llegar a un compromiso en torno a la cuestión de la financiación, evitando alimentar una vez más la decepción y la frustración de las naciones en desarrollo. Esto también podría servir de apoyo a la estabilidad geopolítica entre los países pobres y los ricos, al tiempo que mejoraría los resultados de crecimiento de las naciones en desarrollo.
Cómo prepararse para los impactos de un clima en constante cambio es una cuestión clave