Esfuerzo inversor de Orange y MásMóvil
Los planes de la nueva joint venture entre Orange y MásMóvil que contemplan la inversión incremental –es decir, no prevista anteriormente– de unos 600 millones de euros en España, de los que aproximadamente la mitad se destinarán a fibra y la otra mitad a 5G, tienen todo el sentido. Sobre todo en lo que se refiere a la extensión de las redes de fibra. El nuevo tamaño de la empresa conjunta provocará que muchos despliegues en poblaciones menores que antes no saldrían rentables ahora lo sean. No es lo mismo abordar el coste de llegar con red propia de fibra a un pueblo pequeño cuando se tiene un 23% de cuota en banda ancha fija, la que tiene actualmente Orange, que cuando se convierte uno en el líder del mercado con un 42% de cuota, siete puntos por encima de la que tiene Movistar. Y, obviamente, al desplegar redes propias, una vez amortizadas –lo que se logra más rápido al tener más clientes que las usan– los márgenes para la nueva joint venture de esos clientes servidos con infraestructura propia son mucho mayores que cuando había que pagar un coste mayorista de unos 15 euros al mes por línea a Telefónica. Y, adicionalmente, esos ingresos mayoristas que obtenía Movistar desaparecen, con lo que el principal rival de Orange y MásMóvil dispondrá, a su vez, de menos recursos para competir. El mismo razonamiento se desarrolla en el negocio móvil, con el incentivo adicional de que, en este caso, el margen de mejora frente a la competencia es aún mayor puesto que la red móvil de Orange (16.490 emplazamientos de 4G a finales de 2021) es todavía la tercera en tamaño por detrás de la de Telefónica (19.800 nodos en la misma fecha) y la de Vodafone (17.240). Además, España no está, precisamente, en el grupo de cabeza de los despliegues de redes de 5G –una red que será vital para acelerar la transformación digital de ciudadanos, empresas y, sobre todo, industrias–, por lo que todo lo que sea mejorar esta red debería ser atendido con interés por Bruselas.