Europa debe evitar el choque con EEUU

La lucha contra la inflación y el cambio climático ha provocado el resurgimiento de las tensiones comerciales entre la Unión Europea y Estados Unidos. Las millonarias subvenciones aprobadas por la Administración Biden para fomentar la inversión en energías renovables en su país, en combinación con el programa para incentivar las compras de productos de fabricación estadounidense como vía para impulsar la relocalización de la industria, se ven desde Europa como un regreso al proteccionismo promovido por Donald Trump durante su mandato. En un contexto de realineamiento global en bloques geopolíticos, los europeos consideran una deslealtad por parte de la Casa Blanca que las empresas europeas se hayan quedado fuera del generoso programa de subvenciones y créditos fiscales para fomentar las adquisiciones de vehículos eléctricos, la instalación de turbinas eólicas y la producción de hidrógeno verde. Por eso, gobiernos como el francés han pedido replicar la estrategia estadounidense, imponiendo un veto recíproco, para evitar que las empresas europeas desvíen sus inversiones en estos sectores al mercado norteamericano, donde además los precios energéticos para producir son más competitivos debido a su menor dependencia del exterior. Incluso

Irlanda, aliado preferente tradicional de Estados Unidos en Europa, ha urgido represalias contra lo que considera un ataque a la libre competencia. Pero Washington replica que también los gobiernos europeos mantienen extensas subvenciones a industrias críticas, sobre todo a raíz de la pandemia del Covid-19 con el despliegue de los fondos Next Generation, así como altos aranceles a numerosos productos norteamericanos. Y que no todos los países de la UE están cumpliendo el compromiso de poner fin a las compras de los chips más avanzados a China. A ninguna de las dos partes le conviene un pulso comercial que produzca daños en ambas economías y debilite la férrea unidad mostrada por Occidente frente a Rusia, cuya decisión de invadir Ucrania el pasado mes de febrero sirvió de acelerador para la crisis energética y alimentaria global. Menos aún de cara a un año 2023 en el que la zona euro volverá a entrar en recesión según la mayoría de los analistas y la economía norteamericana todavía sufrirá las secuelas del golpe inflacionista mundial. Europa debe evitar el choque comercial con Estados Unidos ofreciendo a su principal socio una mayor apertura económica recíproca.

A ninguna de las dos partes le conviene un pulso comercial que produzca daños en ambas economías