Las protestas contra la política de ‘covid cero’ llegan a Pekín
OLA DE MOVILIZACIONES EN TODA CHINA/ Las manifestaciones que comenzaron tras el incendio en Urumqi el pasado jueves se han extendido a ciudades como Shanghái, Nanjing o Wuhan y ayer, a la capital.
Expansión.
Miles de personas protestaron ayer en el centro de Pekín contra la política oficial de covid cero, uniéndose a la ola de movilizaciones de los últimos días a lo largo de ciudades de toda China, unas imágenes que no se veían desde las protestas que desembocaron en la masacre de la plaza de Tiananmén de 1989.
Los manifestantes se reunieron en los márgenes del río Liangma, en el poblado distrito de Chaoyang, cantando y gritando consignas como “no más confinamientos” o “no queremos PCR ni mascarillas, queremos libertad”, enarbolando folios en blanco. Se trata de la primera protesta numerosa que se registra en las calles de la capital a propósito de las draconianas medidas para hacer frente al coronavirus, si bien en esta jornada también se registraron actos de este tipo en la pequinesa universidad de Tsinghua, una de las más importantes del país y alma mater del presidente chino, Xi Jinping, y otras destacadas figuras históricas.
Las protestas se iniciaron a partir de una vigilia con velas y flores organizada en memoria de las víctimas del incendio de Urumqi, la capital de la provincia de Xinjiang, que lleva en estado de confinamiento desde agosto a pesar de que solo se han registrado 2.400 casos en una población de 25 millones de personas desde que comenzó la pandemia. Tras la vigilia, la gente comenzó a marchar de forma pacífica por las calles aledañas y a gritar “¡bajad!” a los vecinos asomados a las ventanas de los edificios. La zona, cercana al distrito financiero y a las sedes de la mayor parte de las embajadas presentes en la capital china, fue inmediatamente acordonada por la policía, aunque no se llegaron a registrar choques entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad.
En las principales redes sociales chinas, como Weibo (similar a Twitter), las referencias a esta protesta aparecen bajo la etiqueta Desfile de Pekín, pero las publicaciones son censuradas y desaparecen con rapidez, según pudo comprobar Efe. Aunque el hartazgo de la población china por la política de covid cero ya era patente desde hace meses, la muerte de diez personas en el incendio en un edificio aparentemente confinado en Urumqi el jueves pasado ha prendido la mecha de actos de rechazo en numerosos puntos del país, generando una oleada de protestas que en los días posteriores se extendió por algunas de las principales ciudades del país, como Shanghái, Nanjing o Wuhan, y que ayer alcanzó Pekín. La capital china, especialmente blindada contra los rebrotes desde 2020, experimenta ahora sus niveles más altos de contagios. Según el último parte oficial, el pasado sábado fueron detectados más de 4.300 nuevos casos, de los que el 82% son asintomáticos. Estas
cifras, bajas para los estándares internacionales pero intolerables para Pekín, se han traducido en restricciones y confinamientos que afectan a buena parte de la población de la capital, como ya ha sucedido este año en otras partes del país.
En la última semana han ido cerrando sus puertas en Pekín los colegios y numerosos comercios y restaurantes, buena parte de las oficinas ha pasado a la modalidad de teletrabajo y un elevado número de urbanizaciones y complejos de edificios se encuentra bajo confinamiento. La política de covid cero también implica la realización constante de test PCR, que se exige para entrar a lugares públicos . Todo ello está teniendo un gran coste social, pero también económico, y no solo para el gigante asiático sino también para el resto del mundo, debido a la imbricación de la industria china en las cadenas de producción mundial. De hecho, se calcula que China ha perdido cerca del 4% de su PIB entre 2020 y 2022 respecto a la tendencia que venía observándose antes del estallido de la pandemia, mientras que Estados Unidos solo ha perdido un 1,1%.
Se trata de las mayores protestas tras las que llevaron a la masacre de Tiananmén de 1989
La política de confinamientos tiene un elevado coste social y económico