Es hora de poner coto al absentismo laboral
Uno de los déficits históricos del mercado laboral español es el alto nivel de absentismo. Un fenómeno cronificado que ni siquiera la generalización del teletrabajo a raíz de la pandemia ha logrado reducir de forma significativa. El número de horas de trabajo perdidas a lo largo del segundo trimestre es equivalente a que 1,2 millones de personas falten a su puesto laboral a diario. Lo cual no sólo supone un elevado coste para las empresas, sino que reduce su capacidad para aumentar las contrataciones y merma la productividad del conjunto de la economía. Reducir las tasas de absentismo tendría que ser una prioridad para el Ministerio de Trabajo. Pero la derogación al inicio de la legislatura de la posibilidad prevista en el Estatuto de los Trabajadores desde 1980 de despedir a un empleado por faltas reiteradas al puesto de trabajo, estuvieran o no justificadas, dejó a los empresarios desasistidos ante posibles abusos. La realidad es que un 22,5% de las ausencias al puesto de trabajo no están justificadas por una baja médica, evidenciando así el necesario refuerzo de la vigilancia de la Inspección de Trabajo. Otra medida necesaria es habilitar a las mutuas laborales para emitir bajas laborales y realizar el seguimiento posterior de las mismas; una facultad reservada ahora en exclusiva a los médicos de atención primaria, lo que agrava la saturación de los centros de salud. Aunque su incidencia es dispar por sectores, el absentismo es un problema transversal que requiere actuaciones urgentes.