La ralentización de la economía europea se atempera
Hasta hace unos días, todos los organismos de previsión internacionales hablaban de una “recesión invernal” en la eurozona pero, parafraseando a Mark Twain, parece que los rumores sobre la ralentización de la economía europea han sido algo exagerados. Hay dos elementos positivos. Por un lado, Eurostat revisó ayer al alza en una décima sus datos de crecimiento del PIB entre julio y septiembre, hasta el 0,3%, una cifra que sigue quedando medio punto por debajo de la del segundo trimestre pero que ya no está tan cerca del estancamiento. Por otro, los datos de gestores de compras de Standard & Poor’s apuntan a una contracción relativamente moderada en el cuarto trimestre del año, en el entorno del 0,2%. En otras palabras, ni el frenazo hasta la fecha ha sido tan intenso como se preveía ni las expectativas para el futuro próximo son tan malas como las de hace unos días.
En primer lugar, la agencia estadística comunitaria Eurostat revisó ayer al alza sus datos de crecimiento del PIB para la eurozona en el tercer trimestre del año hasta el 0,3%, una cifra que se incrementa al 0,4% en el caso del conjunto de la Unión Europea. Por países, destaca el avance de Irlanda (2,3%), seguida de Chipre, Malta y Rumanía (1,3% en los tres casos) y Luxemburgo (1,1%), pero las grandes economías muestran un perfil algo más discreto, como es el caso de Alemania, que registró un crecimiento del 0,4%, tres décimas más que en el segundo trimestre, mientras que Francia creció un 0,2%, frente al 0,5% del segundo trimestre e Italia un 0,5%, frente al 1,1% del segundo trimestre. Sin embargo, fue España quien se anotó la mayor desaceleración, al pasar de crecer un 1,5% entre abril y junio al 0,2% entre julio y septiembre, una cifra que no se ha visto revisada. Por último, hay ocho países en retroceso entre los que destacan Países Bajos y República Checa, ambos con caídas del 0,2% desde el segundo trimestre.
Sin embargo, antes de echar las campanas al vuelo hay que tener en cuenta que el avance del tercer trimestre es el más débil desde el primer trimestre de 2021, cuando el consumo y el sector servicios estaban fuertemente golpeados por la variante ómicron y la industria acusaba el golpe de los cuellos de botella en las cadenas de suministros. Y, además, este avance se ha logrado a costa de una gran factura en el comercio exterior. En el caso de la economía de la eurozona, el consumo interno ha sumado cuatro décimas al PIB en el tercer trimestre, junto con la inversión (8 décimas) y los inventarios (2 décimas), pero todo ello contrasta con los 1,1 puntos que resta el saldo negativo del sector exterior, derivado de un fuerte aumento de las importaciones (4,3%) que duplica con creces el de las exportaciones (1,7%).
A esto hay que sumar los datos adelantados que, si bien siguen apuntando a una contracción en el cuarto trimestre del año, arrojan unas perspectivas menos sombrías. En concreto, S&P Global señalaba este lunes, basándose en los datos del Índice de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés) de la eurozona que “la quinta caída mensual consecutiva de la actividad aumenta la posibilidad de que la región esté entrando en recesión. No obstante, la desaceleración sigue siendo modesta, y la atenuación del ritmo de contracción en general significa que, hasta ahora, parece que la región experimentará una contracción del PIB de solo un 0.2% en noviembre”. Es decir, una décima menos de lo que anticipaba la Comisión Europea en sus pronósticos de noviembre.
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