Horizonte brumoso con los tipos de interés
Las reuniones de fin de año de los grandes bancos centrales que se celebran esta semana estarán condicionadas por la incertidumbre sobre la evolución de la economía mundial. El escenario central que manejan es que la histórica inflación registrada este año aminore su marcha con claridad en 2023. Por eso, los mercados descuentan que las subidas de los tipos sean menos a lo largo del próximo ejercicio, si bien se prolongarán más allá de lo previsto inicialmente. Pero la fragilidad de algunas áreas económicas, en especial la zona euro, podría obligarles a cambiar sus estrategias. Además, los factores ajenos a la política monetaria que avivan los precios –la escalada bélica, el atasco en las cadenas de suministros y el encarecimiento sostenido de las materias primas– no dan señales de despejarse a corto plazo. La más explícita respecto a sus próximos pasos ha sido la Reserva Federal norteamericana, cuyo presidente confirmó la semana pasada que la subida de tipos será este mes menor que las precedentes, aunque apuntó también que la lucha contra los altos precios será más larga. Por su parte, el Banco Central Europeo, que tras su última reunión adelantó que evaluará la eficacia de las medidas adoptadas desde verano antes de decidir la senda a seguir, ha multiplicado sus mensajes a los gobiernos de la UE para que limiten sus estímulos fiscales para que éstos no contrarresten los efectos del endurecimiento monetario. Está por ver que los precios hayan tocado techo tras relajar su avance en noviembre. La elevada inflación subyacente es una mala señal. Los bancos centrales deben ofrecer más certidumbre respecto a 2023.