Expansión País Vasco

La recesión más anunciada que afortunada­mente no acaba de llegar

- Salvador Arancibia

Ha sido la previsión más avanzada en los últimos tiempos: la economía española entraría en terreno negativo en el cuarto trimestre de este ejercicio y en el primero del próximo, lo que supondría que se produciría una recesión técnica de la que se saldría sin graves sobresalto­s a partir de la primavera de 2023 o, como muy tarde, en la segunda parte del próximo ejercicio. Sin embargo, todo indica que esos presagios no se van a cumplir o, en el peor de los casos, que se retrasarán varios trimestres. BBVA, que preveía que habría crecimient­o negativo en algún trimestre, apenas lo mantiene ya.

“La evolución del PIB en el tercer trimestre del año (una variación positiva del 1,1% cuando se estimaba que sería de una décima o poco más) nos sorprendió”, reconocen en prácticame­nte todos los organismos que tratan de predecir el comportami­ento de la economía, lo que los obligó a revisar la cifra prevista para el conjunto de 2022 para situarla claramente por encima del 4%, superando en algunos casos la última previsión del propio Gobierno, y a aceptar que la probabilid­ad de que realmente se produzca una recesión desciende a medida que pasan las semanas. “Son buenas noticias”, admiten, y manifiesta­n su satisfacci­ón por haberse equivocado.

Hace apenas dos semanas el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, declaraba que era probable que la economía en el cuarto trimestre de este año en lugar de permanecer plana, o incluso registrar un ligero retroceso, se apuntase un modesto avance.

Realmente hablaba de pasar de una caída de una décima de punto a un avance de este mismo tamaño. En valores absolutos apenas representa­n unos pocos miles de millones de euros, que no son mucho comparándo­los con el PIB total. Pero no deja de tener importanci­a, al menos desde la perspectiv­a de la imagen, que en lugar de una caída del producto se registre un avance.

Los expertos de BBVA, posiblemen­te el servicio de estudios de mayor prestigio entre las institucio­nes privadas, que apenas hace tres meses anunciaban que habría dos trimestres de caída del PIB (con bastante probabilid­ad, el cuarto de este año y el primero del siguiente), reconocían la semana pasada que sus previsione­s habían sido erróneas.

Según su último cálculo, en el cuarto trimestre de este año el PIB progresará dos décimas (4,6% en el conjunto del ejercicio), al tiempo que estiman que en el primero de 2023 el crecimient­o será nulo. Aunque no rechazan totalmente que pueda haber “una contracció­n”, han dejado de usar el término ‘recesión técnica’, que implica una caída del PIB durante dos trimestres consecutiv­os.

De hecho, han sido los primeros en revisar al alza no solo la cifra de 2022 sino también la que tenían para 2023, por entender que al final la economía se comportará mejor en el conjunto del año. Es una revisión pequeña, apenas dos décimas también, pero no deja de ser significat­iva por lo que tiene de cambio de tendencia.

Todos los que hacen previsione­s y dibujan escenarios posibles siguen manteniend­o que las incertidum­bres que han estado presentes a lo largo del año siguen pesando mucho a la hora de describir cuál puede ser el futuro cercano.

El mantenimie­nto de la invasión rusa en Ucrania; el endurecimi­ento de las relaciones entre China y Estados Unidos; la elevada inflación (aunque en España haya descendido de forma notable y en la eurozona parezca que puede estar empezando a hacerlo); la subida de los tipos de interés (aunque estos siguen siendo negativos en términos reales), y el endurecimi­ento de la política monetaria (para frenar una inflación que no puede controlar, pero que tiene efectos evidentes sobre la actividad) siguen siendo factores de difícil control.

Menos nubes

Pero, al tiempo, empieza a haber otras evidencias, si no positivas claramente, sí menos negativas: los cuellos de botella en las cadenas de valor están desapareci­endo; los problemas de transporte de mercancías se van diluyendo y los costes derivados disminuyen; los precios de las materias primas, especialme­nte gas y petróleo, pero también otros, se han alejado de los máximos de hace meses, y el dólar ha dejado de apreciarse y mantiene un tipo de cambio más acorde, lo que puede dar un respiro sobre todo a las economías de los países emergentes.

En España sigue sorprendie­ndo cómo el empleo, al margen de polémicas estériles sobre el concepto de trabajador­es fijos discontinu­os, resiste a pesar de la desacelera­ción de la actividad, lo que permite, junto con el ahorro embalsado durante la pandemia, mantener un nivel de consumo privado relativame­nte aceptable. Ello unido, además, a que las exportacio­nes siguen mostrando un ritmo elevado a pesar de que los mercados tradiciona­les, los países de la Unión Europea, también están creciendo menos.

La economía española en el año que está a punto de terminar lo hará bien para el entorno en el que se ha movido. El próximo ejercicio plantea dudas acerca de la intensidad del color de las nubes existentes. Pero todo indica que el peor de los escenarios que se contemplab­an ha perdido muchas probabilid­ades de que finalmente se materialic­e.

Los expertos de BBVA han dejado de usar el término ‘recesión técnica’, que implica la caída del PIB dos trimestres

Todo indica que en España el peor de los escenarios que se contemplab­a ha perdido muchas probabilid­ades

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En España se mantiene el nivel de consumo privado.

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