Las trabas burocráticas, tributarias y laborales, frenos principales al crecimiento, según Cepyme
El ecosistema empresarial español sufre la invasión de un agente exógeno que impide su desarrollo. Así lo asegura, al menos, la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme) en su informe Crecimiento empresarial. Situación de las pymes en España comparada con la de otros países europeos. En él, glosa los principales lastres para el tejido empresarial que, entre otras cosas, provocan que las compañías españolas tengan un tamaño medio menor que la mayoría de países de Europa, con las consecuencias negativas que ello conlleva. En concreto, estas trabas conforman la existencia de un “amplio conjunto de normas de índole tributario, contable, laboral y de otro tipo que desalientan el crecimiento empresarial”.
En el ámbito tributario, la organización considera que “el sistema bloquea el crecimiento de las pymes, que soportan las terceras cotizaciones sociales más altas de Europa, e Impuestos de Sociedades e IRPF de los más altos del continente”. Así, sólo Francia y Eslovaquia superan a España respecto a las cotizaciones sociales del empleador y hay 20 otros países que tiene cotizaciones “al menos 10 puntos porcentuales más bajas”. En cuanto a Sociedades, el 25% del sistema tributario español –tasa igual en Holanda, Bélgica y Austria–, se ve superado por el 35% de Malta, el 30% de Alemania y el 26,5% de
Francia. Respecto al IRPF, Cepyme realiza la comparación respecto al tipo máximo del 50,1% español, superado en Finlandia, Dinamarca, Austria, Suecia y Alemania. A juicio de la organización, este tipo máximo “obstaculiza la atracción de talento por parte de las pymes, que de por sí lo tienen más difícil para poder pagar salarios más bajos que las grandes empresas”.
Precisamente el factor salarial ejerce también una fuerte presión en el tejido empresarial español. En concreto, denuncia Cepyme, “la pyme española enfrenta un coste laboral total mínimo que es de los más altos de Europa y un salario mínimo que es, en relación con el salario medio, el más alto del continente”. El coste para contratar un asalariado como porcentaje del salario mínimo en España es del 136%, con porcentajes mayores sólo en Lituania, Francia y Bélgica. Respecto a su queja sobre el salario mínimo con relación al salario medio, se sitúa en el 54,8%, el más alto de Europa. En términos absolutos, al menos ocho países europeos tienen un salario mínimo mayor que los 1.166 euros españoles. Finalmente, en relación a la carga burocrática, Cepyme argumenta que “puede llegar a ser abrumadora: cada año se editan 1,2 millones de páginas en los boletines oficiales del Estado y de las comunidades autónomas, una media de 5.000 páginas por día laborable”.
Las consecuencias del menor tamaño del tejido empresarial español son muchas y muy diversas, según argumenta la organización. Algunos ejemplos: “Las empresas más pequeñas tienden a mostrar una productividad más baja, son menos rentables, sus salarios son menores, son menos resistentes a las crisis –sufren más quiebras y despidos de personal que las grandes empresas–, tienen una vida media más corta, tienen menos capacidad de exportar, suelen financiarse a tipos de interés mayores y tienen más dificultad a acceder a fuentes de financiación no bancarias”, entre otras desventajas.
Pese a todos los impedimentos que considera la organización como traba para el desarrollo empresarial español, desde Cepyme destacan que “no hay un problema de falta de emprendimiento” y de hecho “se crean más empresas que en la media europea. En 2019 en España se constituyeron casi 160.000 empresas, lo mismo que en Francia, un 16% más que en Italia o más que Holanda, Austria, Irlanda, Dinamarca, Finlandia, Portugal y República Checa combinadas”.