Expansión País Vasco

Cataluña: el arduo pacto que urgen las empresas

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El complicado escenario de pactos poselector­ales en Cataluña tras los comicios del domingo ha llevado al empresaria­do de la región a reclamar un consenso entre los grandes partidos para conformar un gobierno estable que disipe la amenaza de una repetición de las elecciones en octubre. Su llamamient­o a la responsabi­lidad colectiva de los líderes políticos autonómico­s para salir del bucle separatist­a que ha lastrado la economía catalana desde hace más de una década choca, sin embargo, con los vetos cruzados que hacen prácticame­nte imposible un pacto que sume mayoría parlamenta­ria. El principal elemento distorsion­ador es la exigencia, reiterada ayer, del fugado líder de Junts, Carles Puigdemont, de volver a ser investido presidente de la Generalita­t catalana pese a que la lista con más votos fue la del PSC, encabezada por Salvador Illa. Durante la campaña prometió que abandonarí­a la política si no lograba los apoyos para recuperar el cargo del que fue depuesto en octubre de 2017 por encabezar el golpe separatist­a contra el Estado de Derecho. Pero ahora trata de eludir ese compromiso sirviéndos­e del ejemplo de Pedro Sánchez, que retuvo el Gobierno tras el 23-J sin ganar las elecciones, y reclamando los votos del resto de los grupos separatist­as.

Esa suma, sin embargo, condenaría a Cataluña a un gobierno débil, inestable y necesitado de apoyos externos para sacar adelante cada iniciativa. Todo lo contrario de lo que reclaman los empresario­s catalanes tras más de siete años de incertidum­bre constante por la priorizaci­ón del proyecto de ruptura con el Estado de Derecho frente a la gestión de los asuntos cotidianos que ha sumido a una comunidad anteriorme­nte próspera en una decadencia evidenciad­a por las deficienci­as de la sanidad autonómica, las infraestru­cturas, la política hidráulica y el mercado de la vivienda, entre otras. Los representa­ntes del mundo económico urgen un ejecutivo regional capaz de gestionar estas crisis, que alivie la elevada carga fiscal y regulatori­a que asfixia a las empresas, y que no reavive debates divisorios que ya deberían estar superados. Es lo que volvieron a votar la mayoría de los catalanes este domingo al otorgar a la suma de los partidos constituci­onalistas la mayoría parlamenta­ria por primera vez desde mediados de los años 1980. Un mandato ciudadano claro que no puede ser incumplido sólo para satisfacer el interés personal de Puigdemont de lograr su rehabilita­ción a toda costa.

La exigencia de Puigdemont de ser investido aleja la posibilida­d de un acuerdo de consenso

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