Expansion Primera ED - Sabado

Ni a Mariano ni a Felipe les gusta la fiscalidad ‘Frankenste­in’

- Por Iñaki Garay

Estar fuera de la pugna política endulza el carácter de los personas hasta el punto de que es necesario ser un especialis­ta para distinguir a qué partido pertenecen dos expresiden­tes como Mariano Rajoy y Felipe González. Desde el primer momento se podía ver que el engagement de ambos era mucho más sólido que el de Tamara Falcó e Íñigo Onieva. Nadie iba a dejar en evidencia a nadie. Los “jubiletas” o “jarrones chinos”, definición utilizada por González, estaban prácticame­nte de acuerdo en todo. Y eso que, con las crispación política exterior, muchos de los que asistían ayer al Foro de La Toja, esperaban en algún momento algún conato de violencia dialéctica. No lo hubo ni en los asuntos más espinosos del momento. A estas alturas de la película Felipe González no está dispuesto ni a romperse una uña por el sanchismo y Mariano es Mariano. “Gobernar no es acabar con los ricos, es acabar con los pobres. Es una demagogia que no conduce a nada. Vamos a un modelo fiscal Frankenste­in. Perón y Robin Hood en el Gobierno”, dijo Rajoy, lanzando una carga de profundida­d contra la ofensiva fiscal que ha lanzado el Gobierno contra las grandes fortunas al rebufo del populismo. Y Felipe no solo no salió al rescate del proyecto de Sánchez sino que asistió a su contertuli­o. “Eso [lo de acabar con los pobres] ya lo decía Olof Palme”. ¿Estaba insinuando González que Sánchez no es un auténtico socialdemó­crata y que tiene malas compañías? Algunos así lo interpreta­ron. El ex presidente socialista no quiere hablar del impuesto de patrimonio. Eso no parece relevante. Lo que de verdad le resulta preocupant­e es que en la fiscalidad básica, el IRPF, se empiece a competir. “Y da igual que sea Juanma Moreno que Ximo Puig. Yo siempre he hablado de correspons­abilidad fiscal”, dijo González.

Rajoy sí quiso en algún momento mojarse por Feijóo. “Yo cuando el PP lo hace bien, tengo que decirlo”. Y ni siquiera en ese instante Felipe se puso en guardia. “Aunque sea un hecho excepciona­l, tienes que decirlo”, dijo González. El ex presidente socialista tuvo una hora para ponerse el mono y repartir un poco de leña contra un Feijóo, que solo una hora antes le había dado estopa al PSOE de Sánchez. Pero parece ser que el PSOE de Sánchez

y el de Felipe se parecen como un huevo a una castaña. Y ayer en La Toja no apareció el militante sino el estadista. Un estadista al que la frivolidad por la que camina este Gobierno también parece preocuparl­e. “Escuchar con atención al gobernador del Banco de España no nos iría mal”, dijo Felipe. Y Rajoy se sintió reconforta­do. “Estoy de acuerdo con lo del gobernador porque lo propuse yo”. Hernández de Cos lleva tiempo advirtiend­o de la necesidad de recuperar la ortodoxia fiscal, de alcanzar un pacto de rentas, de prepararno­s para lo que puede venir. Algo de lo que el Gobierno no quiere ni oír hablar. La palabra “ajuste” a Pedro Sánchez le produce urticaria. Pero González ni se presenta a las elecciones ni tiene edad para no decir la verdad. “O nos ajustamos, repartiend­o equitativa­mente las cargas del ajuste, o nos ajustan”.

El resto de la conversaci­ón entre Felipe y Mariano fue un masaje mutuo. Un alarde de buen rollo y simpatía personal. Ambos se volcaron en la necesidad de ayudar a Ucrania todo lo que se pueda porque nos va la libertad en ello. Ambos le sacaron la cara a Merkel como si hubiera con la veterana canciller un hilo invisible de amistad. Poner Alemania en manos del gas ruso no fue una decisión equivocada. No se podía saber y era lo que tocaba. Merkel se equivocó como muchos. “También nosotros queríamos occidental­izar a Rusia”, dijo González. Eso sí, ambos considerar­on que el verdadero error de Merkel fue cerrar las nucleares. Otro mensaje velado para Gobierno, el español, que está dispuesto a seguir ese camino. Ni siquiera en este tema Felipe le concedió un poco de árnica a Sánchez. Ni una mínima muestra de cariño, como el abuelo que está resentido con el hijo que le olvido en la gasolinera. Había gente a la salida que decía “ojalá nos gobernaran los jarrones chinos”. Pero Felipe y Mariano dejaron claro que ellos lo único que quieren tener es un rincón donde “no molestar”.

“Gobernar no es acabar con los ricos, es acabar con los pobres”, asegura Rajoy

Felipe no solo no salió al rescate del proyecto de Sánchez sino que asistió a su contertuli­o

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