Endeudamiento privado en España, mejor que antes
La deuda de empresas y hogares españoles, según las Cuentas Financieras de la Economía Española del Banco de España, se sitúa en el 135% del PIB, dato muy alineado con el de la zona euro (137%). A pesar de encontrarse ambas economías en similar punto, la trayectoria ha sido muy diferente.
España partía de elevados niveles de endeudamiento, que alcanzaron máximos (superiores a dos veces el PIB) entre 2009 y 2010. A partir de ese momento, la economía española inició una senda de desapalancamiento progresivo que interrumpió la emergencia sanitaria derivada del Covid-19. Mientras, la zona euro ha tenido un camino relativamente estable en la última década. La pandemia tuvo como consecuencias económicas la caída del PIB y una batería de medidas que permitieron, entre otras, congelar los pagos de deudas pendientes y un aumento del crédito para hacer frente al cierre de actividad que experimentaron muchas empresas por las restricciones a la movilidad y, de esta forma, aumentar así su liquidez de manera precautoria ante la incertidumbre de esos momentos. Por consiguiente, los niveles de endeudamiento son ligeramente superiores a los previos a la pandemia en la actualidad en España y en la zona euro.
En relación a las empresas (excluyendo las sociedades financieras), sus niveles de deuda se han reducido desde el máximo del 120% en 2010 a niveles del 75%, ascendiendo con la pandemia hasta el 78% actual, en línea con la zona euro. Dentro del apalancamiento corporativo, los préstamos tienen un mayor peso en España que en la zona euro, mientras que la dependencia del mercado de bonos es inferior. No obstante, en el proceso de desapalancamiento, las empresas españolas han aumentado el peso de la financiación en el mercado de bonos en mayor proporción que las europeas. Esta cuota ha pasado del 7% del PIB a cierre de 2012 al 11% actual. Por el contrario, el crédito bancario ha caído (del 68% al 40% del PIB actual), siendo la principal palanca del desapalancamiento de las empresas españolas. Aún así, el crédito bancario sigue siendo para éstas la principal fuente de financiación ajena no comercial (cerca del 50%), constituyendo los préstamos con el exterior aproximadamente un tercio.
Elevado peso hipotecario
En cuanto a la deuda de los hogares españoles, asciende al 58% del PIB (frente a un 85% en 2010), ligeramente superior a la registrada antes de la pandemia, mínimo de la última década tras el proceso de desapalancamiento que también afectó a los hogares. Asimismo, se sitúa en línea con la de la zona euro. De esta deuda, aproximadamente dos tercios está constituida por hipotecas.
Dentro de la zona euro existe una gran heterogeneidad; encabezan el ranking de endeudamiento privado países como Luxemburgo, Chipre y Países Bajos (con niveles superiores al 200% del PIB), Bélgica e Irlanda; completan el top 10: Francia, Portugal (que marca el límite por encima del 150%), Finlandia, España y Malta. Desde 2012, este ranking sigue formado por los mismos países, si bien Irlanda, Portugal y España han protagonizado fuertes procesos de desapalancamiento, tanto en familias como en empresas; en el sentido contrario, destaca Francia por el incremento de su endeudamiento en casi 30 puntos porcentuales. Alemania e Italia mantienen niveles por debajo del promedio de la zona euro, con tendencias opuestas: Alemania con incremento en los últimos años, incluido antes de la pandemia, e Italia, que había mantenido una senda descendente hasta el Covid, cuando aumentaron; conservando ambos en la actualidad niveles superiores a los previos a la pandemia.
A día de hoy en España, tras el desapalancamiento interrumpido por el Covid y más de dos años desde la irrupción de la pandemia, las empresas y los hogares españoles afrontan el entorno de subida de tipos de interés desde una posición financiera más sólida en su conjunto. Los costes financieros aumentarán, y la inflación y la desaceleración económica tendrán un impacto negativo en la renta disponible de las familias y en los beneficios de las empresas. No obstante, haber hecho los deberes y mantener un volumen de deuda inferior ayuda notablemente a que la carga financiera se incremente de forma moderada y se mantenga muy por debajo de la experimentada tras la crisis financiera global.