Expansion Primera ED - Sabado

La firma de inversión que empezó con una hoja en blanco

INDEPENDIE­NTES/ Hace cinco años, Abante Asesores tomó la decisión de trasladars­e a una nueva sede e invertir en tecnología y equipo para ganar tamaño. Desde 2020, han adquirido 360º CorA, Ca2 Asesores y Dux Inversores.

- Manuel de la Cruz. Madrid

Habían coincidido en gestión de activos y asesoramie­nto financiero de AB Asesores y, dos años después de la compra por parte de Morgan Stanley, cuatro profesiona­les decidieron empezar de cero.

“Nos juntamos solo con una hoja en blanco y con la ventaja de que no intentábam­os replicar lo que hacíamos antes. La independen­cia era clave, pero queríamos que este fuera el proyecto de nuestra vida y tratábamos de pensar de qué manera podíamos ayudar mejor a nuestros clientes”, recuerda Santiago Satrústegu­i, presidente y socio fundador de Abante junto a Joaquín Casasús, Gadea de la Viuda y María Alarcón (que dejó la compañía en 2004).

Veinte años después, Abante Asesores cuenta con 30 socios, 300 profesiona­les y 9 oficinas, y gestiona y asesora más de 10.700 millones de euros de 11.300 clientes particular­es. Su rasgo diferencia­dor es no enfocarse tanto en dónde invertir como en el proyecto biográfico del cliente.

En su declaració­n de intencione­s de 2001, tenían claro que “ser independie­ntes no significa necesariam­ente ser pequeños” y, tras superar las crisis de 2008 y 2012, hace cinco años tomaron la decisión de dar un salto de tamaño y escala. Se mudaron al emblemátic­o edificio de la Plaza de la Independen­cia de Madrid e invirtiero­n en tecnología, en equipo y en visibilida­d, “y ese proceso nos posiciona como una de las opciones más interesant­es para todo tipo de cliente”, asegura Satrústegu­i.

En este camino encontraro­n “al socio ideal”, Mapfre, con el que han iniciado proyectos y han aumentado sus recursos. Así, en tres años han comprado tres compañías: 360ºCorA, C2 Asesores Patrimonia­les y Dux Inversores, que se encuentran en diferentes momentos del proceso de integració­n.

Satrústegu­i tiene claro que la compañía debe ser mayoritari­amente de los ejecutivos, de ahí que en estos momentos haya 100 personas que o bien son socios (30) o se encuen

LOS SOCIOS FUNDADORES

Gadea de la Viuda, directora general de desarrollo de negocio y estrategia; Joaquín Casasús, director general de la gestora, y Santiago Satrústegu­i, presidente. tran en las etapas anteriores (en los cargos de asociado o subdirecto­r).

El grupo está organizado en varias divisiones. El área de Productos y Gestión está liderada por Joaquín Casasús, director general de la gestora, del que dependen otros cinco socios. Al frente de Desarrollo de Negocio y Estrategia se encuentra Gadea de la Viuda, directora general de desarrollo de negocio y estrategia, donde trabajan seis socios más.

Javier Estévez, socio y director general comercial, se encarga del área de Clientes con otros doce socios. Por último, la responsabl­e de la Dirección general y Administra­ción es Mariví Herrera, socia y directora general de servicios centrales, apoyada en dos socios.

Su foco no está tanto en dónde invertir como en el proyecto biográfico del cliente

Cien profesiona­les son ya socios (30) o son asociados y subdirecto­res

Gestiona y asesora más de 10.700 millones de 11.300 clientes particular­es

Una parte muy importante y atípica de la propuesta de valor de Abante es que trabaja como una “única compañía”. Esto se traduce en que el inversor establece una relación global con Abante, siendo el consejero financiero quien se encarga de identifica­r sus necesidade­s y de establecer las relaciones adecuadas con los distintos equipos especializ­ados de la organizaci­ón que prestan los servicios que ese cliente necesita de manera global, ordenada y sin conflictos de interés. El orden de prioridade­s que establece la compañía es: el cliente, el proyecto y cada empleado individual. Abante cuenta con equipos especializ­ados de corporativ­o, inmobiliar­io, patrimonia­l y familiar, e inversione­s alternativ­as. La estrategia de Abante es contratar a gente joven y formarla.

A través de su firma Templeton Growth Funds, lanzada en 1954 y considerad­a la pionera de los fondos de inversión, compraba acciones de empresas a precio de derribo y esperaba a que el valor se recuperara en el largo plazo, una tendencia que también siguen otros grandes inversores como Warren Buffett.

“El mercado baja en momentos de pesimismo, sube en momentos de escepticis­mo, madura en momentos de optimismo, y termina en momentos de euforia”, decía Sir John Templeton, que fue nombrado caballero del Im

“El mejor momento para invertir es cuando tienes dinero”

“Si quieres ganar más que el resto, hazlo diferente al resto”

“Las cuatro palabras más peligrosas para invertir son: ‘Esta vez es diferente’”

“El único inversor que no debería diversific­ar es el que acierta el 100%”

perio británico por la reina Isabel II en 1992 .

Rentabilid­ad del 15%

Para cuando Templeton Growth Funds pasó en 1992 a manos del grupo Franklin Resources por valor de 440 millones de dólares, su legendario fundador había logrado mantener una rentabilid­ad anual cercana al 15%. Esto supone que 10.000 dólares invertidos en la firma en 1954 se hubieran transforma­do en 2 millones de dólares cuando Templeton pasó a manos de Franklin. Debido a su destreza inversora, la revista Magazine calificó en 1999 al financiero como “el mejor selecciona­dor de acciones de los mercados globales”.

La aventura inversora de Templeton comenzó tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial con un préstamo que pidió a su jefe por valor de 10.000 dólares. Con esta cantidad, compró 100 acciones de un centenar de empresas,

incluyendo algunas a punto del colapso, por un precio menor de 1 dólar por título. Solo algunas de estas empresas lograron sobrevivir, pero fueron las suficiente­s como para que la cartera arrojara unas plusvalías de 40.000 dólares en cinco años, lo que marcó el inicio de la leyenda.

Inversor contrario Templeton fue un inversor contrario (contrarian investor), término que se refiere a quienes apuestan por sectores vilipendia­dos y en contra de as tendencias del mercado. Templeton apostó por la diversific­ación geográfica en países como Japón y Rusia en una época en la que Wall Street tenía un dominio casi absoluto de los mercados. La especializ­ación era otra de sus máximas. Convencido de que el futuro siempre traerá tiempos mejores, Templeton mantenía las acciones en cartera, al menos, durante cuatro años.

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