Una sonámbula moderna y feminista
Bárbara Lluch es la directora de escena de ‘La Sonnambula’, que llega el 15 de diciembre al Real
Hace unos días Bárbara Lluch (Barcelona, 1977) le contaba a su abuela durante una comida la discusión que había tenido con una persona. Después de la siesta, esta se despidió de Lluch con un “ten cuidado con las palabras”. Sabios consejos los que vienen de las matriarcas, sobre todo si se llama Núria Espert. “De mi abuela y del resto de mi familia [es también nieta de Armando Moreno e hija de Alicia Moreno] he aprendido el respeto por los demás y que todo el mundo tiene la misma importancia, sea el director de escena o cualquier persona del equipo. También que debes ser la primera en llegar y la última en irte”, asegura Lluch a pocos días de su prueba de fuego como directora de escena de La Sonnambula de Vincenzo Bellini, que se estrena el 15 de diciembre en el Teatro Real de Madrid con escenografía de Christof Hetzer y coreografía de Iratxe Ansa. “Estoy increíblemente tranquila. Me pongo muy nerviosa antes de empezar, pero una vez que entro en la sala de ensayos, me relajo”.
Y eso a pesar de la “presión que supone trabajar en un teatro tan importante con un reparto tan experimentado”. Un elenco de una obra que aborda el tema de la infidelidad femenina y en el que el sonambulismo de la protagonista actúa como el revulsivo necesario para despertar a todos de una pesadilla colectiva. La catalana le ha dado un toque moderno y feminista. “Soy una de las pocas directoras de escena de ópera y hay que recalcarlo. En los últimos tiempos se ha producido un cambio de chip por las dos partes, la del sector y también la de las propias mujeres, que se están atreviendo a luchar por lo que quieren”, considera.
A Lluch le apasiona la lírica desde niña, cuando su abuelo la bombardeaba
“La lírica tiene que hacer pensar a los jóvenes y el público pide creerse lo que ve en el escenario”
con óperas, así que a nadie le extrañó que, tras probar suerte con la interpretación, a los 25 años comenzara como ayudante de dirección de escena en el mundo de la lírica y que ya nunca “mirara atrás”, trabajando a nivel internacional en The Royal Opera House de Londres, la Sydney Opera House de la ciudad australiana o el Teatro Colón de Buenos Aires. “En los grandes teatros españoles se respira una sensación de familia y hay un respaldo y un ‘a por todas’ que no se ve en otras partes del mundo”, confiesa.
Desde 2017 es ella la que dirige: “Me fascina la psicología. Todos somos muy complicados y el nivel de exposición de este trabajo es muy fuerte porque el público es tu razón de ser y es un shock cuando se levanta el telón”. Al otro lado espera ver cada vez a más jóvenes. “Es una cuestión de cómo y desde qué perspectivas contamos las historias. El escenario tiene que estar en sintonía con las noticias, y no hablo de que todo tenga que ser violencia de género, guerra o calentamiento global, pero se tiene que hacer pensar a los jóvenes. Además, ahora el espectador pide creerse lo que está en la escena; no quiere ver un género antiguo”. De lo que no cabe duda por ahora es de que esta sonámbula despertará del letargo al espectador.