Londres, viaje al centro del arte moderno y contemporáneo
RECORRIDO De la exposición de Cézanne en la Tate Modern a la de Freud en la National Gallery.
Se acercan días festivos y nos escapamos a Londres, cuya oferta multicultural abarca desde la mejor pintura de Paul Cézanne o el sudafricano William Kentridge, a los tapices de Magdalena Abakanowicz o el homenaje a Lucien Freud.
Tate Modern
Empezamos con la Tate para ver la exposición de Paul Cézanne. Pero, antes, en la Sala de Turbinas, el espacio de los éxitos de instalaciones de Juan Muñoz o Doris Salcedo, nos reciben los textiles colgantes de Cecilia Vicuña (1948), un conjunto site-specific de obras monumentales que expresan la vitalidad artística de la poeta, performer y activista feminista. No podemos dejar de constatar la multiculturalidad del museo londinense: española, colombina y chilena son las nacionalidades respectivas de los tres artistas mencionados. Es lo que se espera de un gran centro de arte contemporáneo.
Tenemos un día de suerte. Ha habido dos anulaciones de ultima hora. Les recomiendo la reserva online con margen de antelación, la muestra estará abierta hasta el 12 de marzo. No se la pierdan. Es la mejor exposición del artista que hemos visto. Nada comparable hoy en todo el orbe artístico. Comienza con uno de los primeros autorretratos del pintor, los bodegones de manzanas y peras, los estudios de bañistas, los numerosos retratos de su mujer Marie-Hortensie, las vistas de L’Estaque en la bahía de Marsella o la montaña Sainte-Victorie que figura en 80 de sus óleos y acuarelas. Solo faltan los jugadores de cartas, aunque una de sus mejores versiones puede visitarse cerca de la Tate, en el Instituto Courthauld.
Aparte de las obras, lo más interesante de la muestra es la revelación de la discreta sensibilidad política manifestada en sus relaciones con el mundo literario de Zola y con las inquietudes de Pissarro, el otro maestro del impresionismo puro, así como la narración de los últimos años de nuestro artista en los que, recluido hasta el final en Aix-en-Provence, prologa el nacimiento del cubismo a través de sus paisajes sintéticos y sus calaveras. El padre de la pintura moderna, el eslabón con Picasso, Kandinsky, Klee o Rothko, fallecería en 1906 tras exponerse como pintor del natural a las inclemencias del otoño. Sin salir de la Tate, aún podemos admirar una extensa exposición dedicada a Magdalena Abakanowicz (1930-2017), la gran maestra polaca del arte textil, de enorme influencia, que llena varias salas del museo con sus tapices y sus instalaciones orgánicas de sisal y de cuerda, algodón y cáñamo.
Royal Academy of Arts
En el singular edificio de Piccadilly Street nos aguarda una de las muestras más esperadas del año: la amplia retrospectiva del polifacético creador sudafricano William Kentridge (1955), que tuvimos la oportunidad de admirar en el Museo Reina Sofía y también en la Fundacion Sorigué de Lleida. Formado en Ciencias Políticas en su país natal, estudiante de arte, mimo y teatro en el París de los 80 y reconocido mundialmente desde los 90, podemos ver ahora en Londres sus dibujos y cartones de carboncillo, estampas, esculturas, películas, expresión musical y proyectos escénicos para opera de Kentridge, que continua en activo desde Johannesburgo, desde donde gestiona un centro laboratorio de creación artística dedicado a los nuevos artistas.
Referencia de la lucha contra el apartheid, es la quintaesencia de la pluralidad, la globalidad y la confrontación del arte contemporáneo.
La visita a la Academia se completa con la muestra Making Modernism dedicada a siete artistas alemanas de principios del siglo XX, entre ellas algunas de excepcional talento como Paula Modersohn-Becker, Gabriele Münter o Erma Bossi. Aparte de la justa reivindicación de creadoras mujeres que habían caído en cierto olvido, fueron precursoras de la modernidad y su influencia contribuyó a la conquista de los derechos que, lamentablemente, tardaría tantos años en producirse.
National Gallery
New perspectives es el homenaje que la pinacoteca inglesa –junto al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza al que vendrá más adelante– rinde a Lucien Freud en el centenario de su nacimiento. Freud ha sido el gran pintor figurativo del siglo XX en el Reino Unido y, tal vez, en todo el mundo. Pertenece de lleno a esa generación angustiada de artistas que crecieron inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, como su amigo Francis Bacon, otro referente del realismo trágico y la distorsión. La exposición repasa todas las etapas del pintor y sus temas favoritos: retratos grupales, autorretratos, parejas, flores y, por encima de todos, desnudos íntimos en los que la carne viva es la protagonista. Están presentes varias de sus obras maestras –como su autorretrato de cuerpo entero de 1993, las obras para las que posa sin tapujos su hija Bella o el cruel retrato de Isabel II de 2000– siendo, en mi opinión, la más interesante Reflection with Two Children (1965), del Thyssen-Bornemisza.
Con esa atención a los detalles que caracteriza a la pinacoteca, una temporal, breve y exquisita muestra redescubre a la artista de origen español Eva Gonzalès (1849-1883), pupila de Edouard Manet que la retrata en 1870 con sus atributos de pintura en una obra poco conocida.
En la planta baja del museo, la exhibición Winslow Homer Force of Nature se focaliza en una faceta poco conocida del principal artista norteamericano del XIX (1836-1910): la obra dedicada a la Guerra Civil americana, a la época de la abolición de la esclavitud y la reconstrucción del país, a su breve etapa inglesa y el paisajismo del mar embravecido y escenarios exóticos de los últimos años.
De Trafalgar Square nos movemos a la Gagosian, en Grosvenor Hill –el edificio merece por sí mismo una visita– para recorrer una exquisita muestra, Friends and Relations, que reúne cuadros de Freud, Francis Bacon, Frank Auerbach y Michael Andrews.