El ‘halcón’ de Tel Aviv
La escalada de la tensión en Oriente Próximo tiene al mundo en vilo.Todo depende de las decisiones que tomen el régimen iraní y el primer ministro israelí, poco amigo de la moderación.
Participó en la ‘Guerra de los Seis Días’ y formó parte de las fuerzas especiales
Es el primer ministro que durante más tiempo ha dirigido el país
Afronta un juicio por fraude, soborno y abuso de confianza
El destino de Oriente Próximo depende, en buena parte, de las decisiones que tomará en los próximos días y semanas el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
Lidera el país al frente de un gobierno de concentración que se formó tras el sangriento ataque terrorista perpetrado por Hamás el pasado siete de octubre, que se saldó con el asesinato de 1.400 personas y la toma de 250 rehenes. La respuesta de Tel Aviv a ese ataque fue la invasión militar de Gaza, que ya ha provocado más de 25.000 muertes entre la población civil, según datos de la ONU.
El riesgo de que el conflicto alcance una dimensión regional es ahora mayor que nunca. El ataque presuntamente lanzado por Israel contra la embajada iraní en Damasco (no lo ha reconocido de forma oficial) provocó una respuesta directa de Irán, algo inédito hasta la fecha. El contraataque de Israel llegó en la madrugada de ayer, con el lanzamiento de varios drones contra la ciudad de Isfahán, que fueron interceptados por el ejército iraní. Ambos países han entrado en una peligrosa deriva de escaramuzas militares que podría derivar en una guerra abierta, lo que tendría graves consecuencias, no sólo a nivel humano, sino también para la estabilidad política y económica mundial.
Netanyahu nunca ha sido amigo de la moderación. Se unió al ejército de su país en 1967 durante la guerra de los Seis Días y se convirtió en jefe de una unidad de fuerzas especiales, la Sayeret Matkal. Lucho también en la guerra del Yom Kipur en 1973; se licenció con grado de capitán.
Fue criado a medio camino entre Israel y Estados Unidos. Nació en Tel Aviv en 1949, un año después de que se fundara el Estado de Israel, pero estudió en el país norteamericano. Se graduó en arquitectura y administración de empresas en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) y, al poco de graduarse, fue contratado como consultor económico en Boston
Consulting Group. Una tragedia familiar, la muerte en el frente de su hermano Yonatan, lo llevó de vuelta a Israel, donde fundó el Instituto Antiterrorista, al que puso el nombre de su hermano fallecido. Combatir cualquier forma de violencia palestina se convirtió en su obsesión.
Entrada en política
Con su preparación académica, su experiencia militar, sus profundos valores conservadores y un carisma político reconocido incluso por sus rivales, era cuestión de tiempo que recalara en política.
Sirvió como embajador de
Israel ante las Naciones Unidas desde 1984 hasta 1988. Se convirtió en líder del conservador Likud en 1993. Ganó sus primeras elecciones en 1996 con un discurso contrario a los acuerdos de paz de Oslo entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y, en general, cualquier tipo de negociación con los dirigentes palestinos. Se convirtió, con 47 años, en el primer ministro más joven de la historia de Israel.
Su primer mandato al frente del Gobierno duró tres años. En 1999, abandonó la política tras ser derrotado en las urnas por Ehud Barak; regresó en 2002 como ministro de Relaciones Exteriores primero y ministro de Finanzas después, en los gobiernos de Ariel Sharón.
A los mandos de la política económica del país, Netanyahu se dedico a profundizar en el proceso de liberalización de la economía israelí que él mismo había emprendido durante su gobierno. Sus partidarios le atribuyen la paternidad del denominado milagro económico que convirtió Israel en una potencia tecnológica en la región.
Adelgazó el Estado y simplificó el sistema de tributación, aunque su periodo como ministro de Finanzas apenas duró dos años. En 2005 renunció al cargo por estar en desacuerdo con la decisión de Sharon de retirar a Israel unilateralmente de la Franja de Gaza.
En 2005, retomó el liderazgo del Likud; desde 2009 hasta la actualidad, se ha mantenido al frente del Gobierno israelí exceptuando un breve lapso de tiempo entre 2021 y 2022. Es el primer ministro que durante más tiempo ha ejercido este cargo en la historia del país.
Antes de los trágicos sucesos del siete de octubre, Netanyahu se había apuntado un tanto político muy significativo, al sellar la paz diplomática histórica con Arabia Saudí. El acuerdo llegó después de que, en 2020, Estados Unidos (con Donald Trump al frente), forjara los Acuerdos de Abraham.
Tras años de vínculos extra oficiales, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Marruecos y Sudán rompieron el tabú y reconocieron al Estado judío, cada uno por contrapartidas ajenas a los intereses palestinos. Hasta ese momento, los países árabes exigían el fin de la ocupación militar y la creación de un Estado palestino para reconocer a Israel. El acercamiento hacia Arabia Saudí iba a ser el colofón a esa política de distensión, aunque la invasión de Gaza ha paralizado esos avances.
Problemas con la Justicia La popularidad de Netanyahu –conocido como Bibi, Mr. Security o Mr. Economy– atravesaba momentos delicados justo antes de la guerra contra Hamás. Su controvertida reforma judicial –con la que pretendía aumentar el control del legislativo sobre el poder judicial– no sólo provocó numerosas protestas en las calles, sino que, en enero, fue anulada por el Tribunal Supremo.
No ha sido el único encontronazo de Netanyahu con la Justicia. El mandatario afronta un juicio por fraude, soborno y abuso de confianza. El proceso se había suspendido desde los ataques del 7 de octubre, pero fue reanudado en diciembre. La Fiscalía israelí cree que, entre 2007 y 2016, el mandatario habría recibido presentes valorados en hasta 195.000 dólares, incluidas botellas de champán y joyas. Netanyahu ha admitido estas entregas, pero asegura que son regalos entre amigos.