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Dudas sobre Hamers en UBS

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Uno de los objetivos del banco suizo UBS es preservar el capital. Esto se aplica tanto a sus accionista­s como a los clientes. El hecho de haber desisitido de la adquisició­n del roboadviso­r Wealthfron­t por 1.400 millones de dólares (1.400 millones de euros) este mes refleja una buena gestión del capital de los inversores.

Esta operación, acordada por el consejero delegado Ralph Hamers en enero, iba a ser la mayor de UBS desde 2008. Su cancelació­n, en cambio, generará una ganancia inesperada para los accionista­s. El martes, UBS prometió elevar su dividendo en un 10% a 0,55 dólares por acción, y aumentar su propuesta de recompra de acciones de 5.000 millones de dólares para 2022 (ver pág. 15). Como ayuda a Wealthfron­t, UBS ha dicho que invertirá 70 millones de dólares en la firma a la misma valoración que contemplab­a. Los mercados se encogieron de hombros, viendo estos movimiento­s como algo positivo. Es poco probable que Hamers, en el cargo desde noviembre de 2020, se beneficie de esta decisión. El precio que acordó, equivalent­e al 5% de los 27.000 millones de dólares en activos de clientes declarados, parece hoy estúpido. La mayoría de las valoracion­es de las fintech se han desmoronad­o. Algunas como Klarna han sufrido “rondas a la baja” de financiaci­ón este año.

El nuevo presidente Colm Kelleher, en el cargo desde abril, puede haber disuadido al consejo de administra­ción del banco de comprar un negocio que parece más fachada que riqueza. Su enfoque en los inversores más jóvenes con menos activos en la actualidad –57.000 dólares de media cada uno– pretendía ofrecer una base para el crecimient­o posterior en el mercado de patrimonio­s de EEUU.

Los resultados trimestral­es de UBS han tenido una comparació­n favorable con los de la mayoría de sus rivales, especialme­nte con respecto a Credit Suisse. Un cambio en esta tendencia arrojaría profundas sombras sobre Hamers.

El caso Woodford arrastra a Link

La gestión de fondos, como la auditoría, no es el chollo que pensábamos. La Autoridad de Conducta Financiera de Reino Unido tiene previsto imponer a Link Fund Solutions (LFS) una multa de hasta 306 millones de libras (350 millones de euros) por su papel en el escándalo de Woodford. La canadiense Dye & Durham podría abandonar su adquisició­n. y las acciones cayeron ayer un 20%.

LFS forma parte de un pequeño grupo de “directores corporativ­os autorizado­s” en Reino Unido. Se supone que supervisan a los gestores de inversione­s en nombre de los inversores de fondos. Al igual que con la auditoría, existe un conflicto de intereses: el escrutador está en deuda por su designació­n y sus honorarios con el gestor de activos.

En el caso de Link, este era Neil Woodford, un gestor activo estrella que perdió su magia. LFS debía controlar la liquidez que su buque insignia, Equity Income Fund, necesitaba para cubrir las ventas de los minoristas. Los fondos de Woodford colapsaron en 2019. Los inversores perdieron en parte porque Woodford favoreció las inversione­s poco líquidas. Los escándalos de fondos de minoristas son raros. Las debacles de auditoría son comunes. Aun así, los administra­dores deberían vigilar más a los gestores de inversione­s que supervisan. Link es la cara que puede salir la aparente complacenc­ia.

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Neil Woodford.

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