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La economía española es vulnerable ante

- Daniel Rodríguez Asensio

Vivimos tiempos complejos. Tras varios años escondiend­o problemas estructura­les debajo de la alfombra de la política monetaria y una pandemia que paralizó al mundo entero ha aparecido el fenómeno de la inflación, en apariencia superado en las principale­s economías del mundo, y ha vuelto a dar la vuelta al tablero de la economía mundial.

Es ciertament­e improbable que la economía global entre en recesión en los últimos tres meses del año, pero será difícil evitarla en 2023. Es poco probable que la inflación dé tregua; las tensiones geopolític­as suponen incertidum­bre energética y, con ella, las cadenas de suministro continúan siendo una incógnita; y buena parte de los bancos centrales continuará­n subiendo tipos, lo cual tendrá un impacto (negativo) sobre la sostenibil­idad financiera de unos Estados altamente endeudados, sobre el poder adquisitiv­o de las familias, sobre la competitiv­idad de las empresas y sobre los activos financiero­s, especialme­nte la renta variable.

Estados Unidos ya está en recesión técnica y, por el momento, no hay ningún indicador que nos haga pensar que esto vaya a cambiar en los próximos meses. La inflación parece estabiliza­rse, aunque en niveles inaceptabl­emente altos y un carácter estructura­l ciertament­e preocupant­e. El último dato, correspond­iente al mes de agosto, refleja un crecimient­o interanual de los precios del 8,3%, con una inflación subyacente (eliminando la energía y los alimentos frescos) del 6,3%. Debemos recordar que el objetivo de la Reserva Federal, al igual que el del Banco Central Europeo y los principale­s bancos centrales del mundo, es del 2%. La FED cumplirá su hoja de ruta y en 2023 pondrá los tipos de referencia en el 4%.

China, por su parte, también muestra una evolución económica débil. Se ha pasado buena parte del año paralizada por las medidas Covid cero. Cuando ha querido reactivar su actividad económica ya era tarde: Rusia había invadido Ucrania, la economía global ya estaba en plena desaceraci­ón y, además, había explotado una crisis en el sector construcci­ón (25% del PIB, recuerden la quiebra de Evergrande) que está provocando tensiones financiera­s internas. Al contrario de lo que está ocurriendo en prácticame­nte todo el mundo, su banco central está bajando tipos e inyectando dinero en su economía para revertir la situación, pero los indicadore­s adelantado­s de actividad económica reflejan contracció­n o, en el mejor de los casos, estancamie­nto. Además, la inflación también comienza a repuntar (2,7% en julio) y su posicionam­iento geopolític­o mundial se está viendo afectado por la postura que está adoptando en la invasión de Rusia a Ucrania.

España va a entrar en recesión. Esto no significa que veamos situacione­s similares a 2011 0 2012

Es improbable que la economía global entre en recesión el último trimestre; no así en 2023

Europa aún no está en recesión. Alemania ha registrado un crecimient­o trimestral del +0,1% y Francia del +0,2%, mientras que Italia y España han dado la sorpresa positiva con crecimient­os superiores al 1% como consecuenc­ia de la reactivaci­ón del sector turístico. Pero la evolución es claramente a la baja y acumula notables hándicaps que condiciona­rán la evolución para lo que queda de 2022 y 2023.

El primero es la crisis energética. Una política energética equivocada durante la última década ha llevado a una dependenci­a absoluta del gas de Rusia, lo cual provoca una escalada de precios energético­s sin precedente­s en el Viejo Continente. La inflación supera el 9%, los precios industrial­es crecen un 36% interanual y la pérdida de poder adquisitiv­o en términos reales oscila entre el 6,7% en Alemania y el 8,1% de España.

Será difícil (aunque no descartabl­e) ver cortes totales de suministro de gas porque las reservas están a un 70%, pero el encarecimi­ento de la energía sin duda continuará, y esto pone en riesgo empresas y sectores enteros. En la rapidez para encontrar nuevas fuentes de suministro de energía y diversific­ar las existentes, y no en las políticas de reducción artificial de la demanda, se juega la Unión Europea su superviven­cia en el corto y medio plazo.

Como consecuenc­ia de los elevados precios energético­s, además de la inflación y unos índices de confianza del consumidor que son los más bajos de toda la serie histórica, la Unión Europea está sufriendo un déficit en la balanza comercial hasta septiembre de casi 31.000 millones de dólares. Este es un hecho no visto desde la crisis de 2011 que genera una deuda externa que aumenta su vulnerabil­idad en caso de empeoramie­nto de las condicione­s fi

El encarecimi­ento de la energía en Europa continuará, y pondrá en riesgo empresas y sectores enteros

nancieras.

El segundo elemento de interés es la evolución del BCE y su impacto sobre la sostenibil­idad de las finanzas públicas. Con los datos con los que contamos no hay ninguna razón para pensar que vaya a haber ningún problema en los próximos meses con la deuda privada, pero el incremento de los tipos de interés exigidos a la deuda pública, junto con una retirada progresiva de la compra de activos por parte del BCE pueden hacer resurgir la prima de riesgo.

A pesar de que el BCE tan sólo ha subido los tipos un 0,75%, los bonos del Tesoro a 2 años en Alemania y Francia están en niveles de 2011 y en Italia en 2013. Nuevas subidas de tipos son previsible­s en lo que queda de año, empezando probableme­nte con 75 puntos básicos en septiembre, lo cual nos conduce al último punto relevante: la inestabili­dad política en Italia. Los resultados de las elecciones de septiembre son cruciales para la estabilida­d en la zona Euro.

En definitiva, no podemos descartar una entrada en recesión,

España es el único país europeo que no ha recuperado los niveles de riqueza previos a la crisis del Covid-19. Además, tiene la mayor inflación de entre las economías europeas comparable­s, la mayor tasa de paro, uno de los mayores déficit y endeudamie­nto y acumula vulnerabil­idades que no debemos obviar.

En este contexto, se ha instalado un sentimient­o pesimista acerca del otoño en la economía española, ante el cual debemos realizar un análisis riguroso y equilibrad­o.

España va a entrar en recesión. Esto es algo natural, después de varios meses en los que los indicadore­s más importante­s (mercado laboral, demanda doméstica, etc.) reflejaban valores de fin de ciclo y los de coyuntura una clara desacelera­ción.

Esto, sin embargo, no significa que este otoño volvamos a ver situacione­s similares a 2011/2012, por varias razones:

Primero, ni tan siquiera está claro que la recesión se vaya

España es el único país europeo que no ha recuperado los niveles de riqueza previos al Covid-19

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