Putin y Xi mantienen su desafío a Occidente
El presidente ruso, Vladímir Putin, no logró el apoyo explícito que buscaba de su homólogo chino, Xi Jinping, en la primera reunión presencial entre ambos dirigentes desde el pasado febrero, celebrada ayer en Samarcanda (Uzbekistán), a la invasión de Ucrania. Bien al contrario, el mandatario asiático dejó patente su preocupación por esta guerra, en la que Rusia está perdiendo posiciones frente al avance ucraniano, lo que puede interpretarse como un aviso a su socio “estratégico” por las consecuencias de un conflicto que Xi ha evitado tanto respaldar como criticar en este tiempo. Una equidistancia fingida, porque en paralelo China ha estrechado sus lazos comerciales con Rusia, minimizado el efecto de las sanciones occidentales contra el Kremlin. Pekín también ha evitado el aislamiento internacional de Moscú pretendido por EEUU y la UE poniendo en marcha una alianza que tanto Putin como Xi pactaron reforzar para “liderar como dos potencias responsables” un escenario mundial cambiante, en contraposición al “mundo unipolar” que, según ellos, quiere imponer Occidente. Una declaración inquietante viniendo de los líderes de dos regímenes que no respetan ni los derechos humanos ni las reglas internacionales, y que también ejercen la coerción económica sobre terceros país. En el caso de Rusia es evidente con los cortes de suministro de gas hacia Europa. China opera de manera más sutil, promoviendo boicots a productos occidentales o limitando las importaciones de países concretos. La consolidación del pacto entre ambas autocracias supone un desafío nuclear para las democracias occidentales.