La inflación provoca la mayor caída de consumo de alimentos desde 2013
DATO DE OCTUBRE/ El descenso de la compra de alimentos duplica la que se produjo en septiembre y contrasta con el alza de la compra de carburantes y ciertos bienes de equipo, como electrodomésticos.
Los precios de los alimentos suben un 15,4% anual en octubre, con el aceite disparado
Aparentemente, el consumo sigue creciendo a pesar de la desaceleración económica y la pérdida de poder adquisitivo derivada de la inflación. Aparentemente. Sin embargo, bajo la superficie de unos datos generales en positivo se está larvando un cambio muy notable en los patrones de consumo de los ciudadanos que ha llevado a que la compra de alimentos se hunda un 2,8% anual en octubre, lo que supone la mayor caída en casi una década. Ya esto es algo que pone de manifiesto la dificultad de la situación económica actual, ya que los ciudadanos tienden a ajustar antes el consumo de productos de largo plazo (electrodomésticos, muebles...), cuya compra se puede aplazar sin grandes problemas en muchas ocasiones, que los alimentos.
El Índice de Comercio Minorista aumentó un 1% en octubre respecto al mismo mes del año pasado, de acuerdo con los datos que publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que supone un pequeño repunte tras el retroceso de julio, el estancamiento de agosto o la tímida subida del 0,4% en septiembre. Sin embargo, una vez que se desglosa la evolución por componentes se observa también que el consumo de alimentos cae a un ritmo del 2,8% anual, una cifra que duplica la caída de septiembre (1,5%) y que supone el mayor ritmo contractivo desde 2013, si se exceptúa el descenso correspondiente a marzo de 2021 tras el fuerte incremento que tuvo lugar el mismo mes del año anterior por el acopio de alimentos durante la fase más dura del confinamiento.
De hecho, la situación del comercio minorista es muy heterogénea. Mientras que las compras en estaciones de servicio se disparan a un ritmo del 11,5% en octubre, lo que sitúa la compra de carburantes un 4,7% por encima de las cifras previas a la pandemia gracias en buena medida a la bonificación fiscal al repostaje y al retorno en buena medida del trabajo presencial, el resto de localizaciones pierden un 0,6%, con un descenso del 2,1% en el comercio por internet. Y, por tipos de productos, la caída es todavía mayor en la alimentación, que se anota un retroceso del 2,8% frente al avance del 3,8% en el resto de compras, entre las que se incluye el equipo personal (3,7%), el equipamiento del hogar (0%) y otros bienes (4,8%). Sin embargo, la ocupación en el sector no ha acusado este deterioro, ya que sigue creciendo a un ritmo del 1,5% anual, que se eleva hasta el 2,5% en las estaciones de servicio, seguidas de las grandes cadenas (2,3%), mientras que solo las pequeñas cadenas están en retroceso (0,2%).
Esto da una idea del efecto de la inflación sobre los patrones de consumo. Hay que tener en cuenta que los procesos inflacionarios o de contracción económica tienden a llevar a la paralización de la compra de automóviles, electrodomésticos, muebles y otro tipo de productos cuyas compras se pueden aplazar sin grandes problemas, mientras que tienden a priorizar el consumo de alimentos y a acabar destinando una cantidad similar a la cesta de la compra habitual. Sin embargo, la fuerte subida de los precios de los alimentos este año (un 15,4% en octubre, con bastantes productos con alzas por encima del 20%, ha provocado que en esta ocasión el deterioro se concentre en los productos alimenticios.
En concreto, los aceites comestibles no de oliva (el de girasol, principalmente) suben un 58,9%, seguidos del azúcar (42,8%), la harina y otros cereales (37,8%), la mantequilla (34,1%), las salsas y condimentos (29,2%), otros productos de panadería (26,4%), las legumbres y hortalizas frescas (25,7%), la leche entera (25,6%), los huevos (25,5%), la leche desnatada (25%), las pastas alimenticias y el cuscús (23,9%), el yogur (23%) y las patatas chips (21,8%). Todo ello ha hecho mella en el poder adquisitivo de los consumidores, llevándoles a concentrar el ajuste de las compras en la alimentación, junto con la electricidad, que no aparece reflejada en este indicador.
Aunque el la moderación del consumo o incluso su caída se ha notado en toda España, el descenso no ha sido completamente homogéneo. Así, si el Índice de Comercio Minorista sin incluir estaciones de servicio cayó un 0,2% en el conjunto de España (dato no corregido de efectos estacionales y de calendario, ya que este no está disponible para las comunidades autónomas), el incremento en Canarias (6,9%), Baleares (5,3%), gracias en buena medida al empujón del turismo internacional en contraste con 2021, seguidas de Madrid (2%) o Comunidad Valenciana (1,8%), contrasta con los descensos de Castilla-La Mancha (6%), Asturias (5,1%), Murcia (4,9%), Navarra y Aragón (4,2% en ambos casos).
Huevos, legumbres, mantequilla, leche, cereales y otros productos suben más de un 25%