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La inflación desborda a los bancos de alimentos

EL AUMENTO DE LA DEMANDA DE LOS CIUDADANOS MÁS POBRES DE EUROPA, A CONSECUENC­IA DE LA SUBIDA DE LOS PRECIOS PROVOCADA POR LA INFLACIÓN, HA LLEVADO A ALGUNAS ORGANIZACI­ONES A RECHAZAR A LOS NUEVOS SOLICITANT­ES.

- Martin Arnold / Alexander Vladkov.

Sin trabajo y sin hablar apenas el idioma, Olena Vinykova ha recurrido al banco de alimentos local para hacer frente a la “durísima” situación en la que se encuentra desde que huyó de Ucrania a Alemania hace siete meses. Si hubiera llegado más tarde, su situación podría haber sido aún peor.

La subida de los precios de los alimentos y el combustibl­e hace que millones de personas en Alemania tengan dificultad­es para llegar a final de mes, lo que ha obligado a muchos bancos de alimentos a cerrar sus puertas a miles de nuevos solicitant­es. Uno de ellos es el que utiliza Vinykova en Friedberg, a unos 24 kilómetros al norte de Fráncfort.

La exenfermer­a, que dejó a su marido y a sus hijos ya adultos en Bakhmut, ahora en la línea del frente de la guerra de Ucrania con Rusia, pidió a

Financial Times que le dejase “dar las gracias” a los voluntario­s por su “increíble” trabajo.

En toda Europa, la afluencia a los bancos de alimentos se está disparando, ya que la inflación más alta en una generación está golpeando con más dureza a los más pobres de la región, que gastan una mayor proporción de sus ingresos en energía y alimentos.

Las organizaci­ones benéficas, desde España hasta Letonia, informan de que la demanda es entre un 20% y un 30% mayor que el año pasado, y prevén un nuevo aumento este invierno. En Bulgaria, uno de los países más pobres de la UE, el número de personas que recurren al banco nacional de alimentos aumentó un 75% entre septiembre y octubre, según la directora del banco, Tzanka Milanova. “La inflación está afectando a la economía de la gente”, afirma Milanova. “Cada vez hay más personas por debajo del umbral de la pobreza”. Los organismos gubernamen­tales han agotado sus presupuest­os para ayuda alimentari­a, lo que ha obligado a las organizaci­ones benéficas búlgaras a recurrir a los bancos de alimentos.

Más de un tercio de los 962 bancos de alimentos de Alemania (los llamados Tafel) han dejado de aceptar nuevos solicitant­es más allá de los 2 millones a los que ya ayudan. Es la primera vez que muchos toman una medida tan drástica, después de que la demanda aumentara más de un 50% este año para acceder a la fruta, las verduras, el pan y otros productos básicos que recogen de tiendas y donantes.

“Podríamos duplicar el número de clientes si aceptáramo­s a todos los que nos lo solicitan”, afirma Peter Radl, presidente del banco de alimentos de Friedberg, que proporcion­a una cesta de suministro­s cada dos semanas a 700 familias, de las cuales unas 130 proceden de Ucrania. “Pero el espacio es limitado, tenemos un total de 120 cestas, y nuestros voluntario­s no pueden hacer mucho”, añade.

“Es sorprenden­te que en un país rico como Alemania haya tanta gente que no puede permitirse alimentars­e adecuadame­nte”, lamenta Katja Bernhard, miembro de la junta directiva de la asociación de bancos de alimentos de la región de Hesse.

Sin embargo, el aumento de los precios de la energía, provocado por la invasión rusa de Ucrania, ha empujado a más de una cuarta parte de la población alemana a la “pobreza energética” –definida como el gasto de más del 10% de los ingresos en energía–, frente al 14,5% del año pasado, según el consejo de expertos económicos del país.

Ya el año pasado, antes de la última subida de los precios, más de una quinta parte de la población de la UE no podía calentar adecuadame­nte sus hogares, según los últimos datos de Eurostat, la Oficina Estadístic­a de la UE.

En noviembre, el incremento de los precios en la zona euro se redujo por primera vez en 17 meses, pasando del 10,6% al 10%. Pero esto no sirvió de consuelo para los que luchan por llegar a fin de mes, sobre todo cuando el salario medio sólo ha aumentado un 4% en el último año.

Los precios de la energía en la zona de la moneda única siguen siendo casi un 35% más altos que hace un año, mientras que el incremento en los alimentos, el alcohol y el tabaco supera el 13%, según Eu-* rostat. El precio de algunos productos básicos ha subido aún más rápido. En la UE, los precios de la leche se han disparado un 43% en el último año, mientras que la carne de cerdo cuesta un 55% más y el arroz japonés un 68% más.

En el centro y el este de Europa, el coste de los productos básicos se ha incrementa­do aún más. En Hungría, el precio del pan ha subido un 80% en el último año. Allí, el banco nacional de alimentos trabaja a través de una red de grupos benéficos que se ha expandido casi un 25%, hasta llegar a los 530 este año. Su portavoz, András Nagygyörgy, calcula que ayuda a 221.000 personas. “Desde el inicio de la espiral inflacioni­sta, asistimos a una afluencia de organizaci­ones”, añade.

Giovanni Bruno, presidente de la Fundación Italiana de Bancos de Alimentos, calcula que otras 85.000 personas han solicitado su ayuda este año. “Muchas de las personas que piden alimentos son ahora jóvenes, incluso estudiante­s que intentan ahorrar dinero para pagar las facturas de la electricid­ad o la calefacció­n”, explica.

La inflación también ha provocado un descenso en la cantidad de alimentos y dinero donados en varios países de la UE en los últimos meses. Voluntario­s y responsabl­es de bancos de alimentos de toda Europa afirman que los supermerca­dos se han vuelto más agresivos con los descuentos en los productos que se acercan a su fecha de caducidad, reduciendo la cantidad que pueden recoger los bancos de alimentos.

La afluencia ha aumentado entre un 20% y un 30% con respecto al año pasado en Europa

El precio de la energía sume a más de una cuarta parte de los alemanes en la pobreza energética

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La escalada de precios incrementa en número de personas que recurre a los bancos de alimentos.

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