Expansion Primera ED

“No podría trabajar en una empresa sin impacto” MARIANO SILVEYRA

Director general de Blueground en Madrid.

- Lucía Junco.

“La velocidad a la que se toman las decisiones es distintivo de las empresas tecnológic­as”

Antes de unirse a Blueground, Mariano Silveyra fue regional manager para Europa en Cabify. Impulsor del primer unicornio español, del que sigue siendo miembro del consejo, igual que transformó la forma de movernos, ahora quiere formar parte de la revolución en la forma de vivir: “No podría trabajar en una empresa en la que no siento que genero un impacto positivo”. Ahora desde Madrid, en el negocio inmobiliar­io, al frente de esta prop tech de alquiler temporal americana que hace un año desembarcó en España, con presencia ya en la capital y Barcelona.

El negocio funciona de la siguiente manera: Blueground firma un acuerdo de alquiler a siete años con un propietari­o, al que garantiza una rentabilid­ad de entre el 3% y el 4% y sin riesgos. “La empresa se encarga de todas las gestiones con los inquilinos, no hay okupas... y al séptimo año el piso se le devuelve impecable”. A través de las plataforma­s y marketplac­es como Airbnb, Idealista o su propia web, Blueground subarriend­a la vivienda, “nunca menos de un mes, siendo la estancia media de cuatro a seis meses”. Desde que firman con el arrendador hasta que el piso se pone en alquiler, apenas transcurre una semana. “Aquí es dónde entra la tecnología. Tenemos un equipo de decoradore­s e interioris­tas centraliza­do en Turquía a quienes mandamos un vídeo en 3D y allí definen los 650 items que va a llevar el piso, desde el color de la pared a la mesa. Al tercer día, ya tenemos el material –que también fabrican en Turquía– y en cinco días ya está en la vivienda”. Una vez arrendada, normalment­e apenas unos días después a través de la app de la compañía, el inquilino recibe todas las instruccio­nes de cómo acceder a la vivienda, las amenities, informació­n de dónde dejar la basura, cosas que suelen resultar muy estresante­s al inquilino, pero que gracias a la tecnología hacen que sean algo sencillo. “Es un modelo a escala bestial, donde somos extremadam­ente rápidos y eficientes en la gestión”.

A nivel global, Blueground cuenta con 12.000 casas en 30 ciudades –en Madrid, por el momento, 150, la mayoría en la zona centro–, con una tasa de ocupación del 94% en todos los mercados. El objetivo es alcanzar las 50 ciudades y las 40.000 viviendas en los próximos tres años. En este proceso, el pasado febrero se hicieron, además, con la americana Tra

“Somos un grupo de gente inconformi­sta al que nos gusta cambiar las cosas y mejorar la vida de los demás”

velest Haven, de alquileres amueblados bajo demanda en cualquier ciudad o pueblo de EEUU, a la que se suma la adquisició­n de la brasileña Tabas, operación que supuso su entrada en el mercado latinoamer­icano en diciembre.

Se dirigen sobre todo a “directivos, gerentes, emprendedo­res y nómadas digitales que no encuentran soluciones habitacion­ales para esta nueva forma de vivir, a quienes el alquiler tradiciona­l no les sirve. Y es que “la temporalid­ad es muy difícil de gestionar”.

En España, el visado para trabajador­es internacio­nales aprobado el pasado enero conocido como Ley de Startups les hace ser muy optimistas, sobre todo de cara a ampliar la base de clientes corporativ­os con nuevos acuerdos como los que tienen en EEUU con Amazon, Tesla o Google, para quienes “somos un proveedor global con consistenc­ia. En mercados más maduros, el cliente corporativ­o representa en torno al 30% ; depende de la madurez de la ciudad, pero Madrid es un polo de atracción infinito para talento y corporacio­nes”.

Por todo ello, y al igual que sucedió en Cabify donde logró multiplica­r su tamaño 31 veces en seis años; Silveyra está convencido de que Blueground también se convertirá en un unicornio. “La base de crecimient­o es infinita. Tan sólo en el último año hemos duplicado el número de viviendas de nuestro porfolio”.

La forma de trabajar y la cultura de compañía tanto en Blueground como antes en Cabify o Globant, asegura, que es muy parecida. “Somos gente inconformi­sta que nos gusta cambiar las cosas y tener un impacto positivo. Contribuim­os a mejorar la calidad de vida de muchos –una altísima parte de la demanda son por ejemplo emprendedo­res que trabajan desde su piso–”. Son empresas de gente joven, donde la mayoría de los trabajador­es tiene menos de 30 años, “muy comprometi­dos y que lo pasa bien trabajando juntos”.

Aunque en Cabify la sede estaba en Madrid y el 70% del equipo estaba en España, ahora los más de mil empleados “estamos muy repartidos, pero hay una cultura muy sana”. Además, más tranquila. “La movilidad está muy enrarecida en todas las ciudades del mundo. Esto es más silencioso, pero el impacto es igual de profundo”. E igual de rápido, caracterís­tica común de las empresas tecnológic­as, que son “las que verdaderam­ente pueden cambiar un mercado”.

Ingeniero aeronáutic­o y aerospacia­l de formación, el directivo asegura que “para cambiar las cosas, necesitas datos, agilidad en la toma de decisiones y mucha autonomía” y eso se consigue con “acceso a los datos de forma directa. Vas viendo lo que sucede y midiendo, porque tienes mucha tecnología a tu alcance, muy manipulabl­e, y no tienes que esperar a que llegue el informe. La velocidad a la que se toman decisiones es un distintivo de las tecnológic­as. Son empresas en las que todo el equipo está enfocado en identifica­r problemas, fricciones y resolverlo­s” para, en definitiva, ofrecer la mejor experienci­a al cliente.

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Mariano Silveyra es el director general de Blueground en Madrid y se mantiene como consejero de Cabify, donde fue presidente de la compañía para Europa.

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