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La movilizaci­ón acerca la guerra a la población rusa

Los reservista­s que afrontan la perspectiv­a de ser enviados a combatir en Ucrania buscan desesperad­amente una salida por la frontera.

- Max Seddon / Polina Ivanova.

Después de que Vladímir Putin ordenara la invasión de Ucrania en febrero, Nadezhda instó a su hijo a huir del país, temiendo que fuera reclutado por el Ejército ruso. Él ignoró su consejo. Ahora, días después de que el presidente de Rusia anunciara una movilizaci­ón “parcial” para incorporar hasta 300.000 hombres al Ejército, busca desesperad­amente una salida por la frontera para evitar luchar contra su primo, que sirve en las Fuerzas Armadas de Ucrania.

“Esta es una guerra de hermano contra hermano. Mi hijo debe ir a la guerra contra mi sobrino”, señala Nadezhda, de 64 años, cuyo nombre completo Financial Times ha preferido no revelar. “Parece que van a coger a todo el mundo. Todo el mundo será arrastrado de la calle”.

La decisión de Putin de reforzar el Ejército ruso con sus reservista­s ha acercado la guerra a personas como el hijo de Nadezhda, que durante los primeros seis meses de la guerra habían podido seguir viviendo en gran medida como antes.

FT ha hablado con personas que han sido convocadas por el Ejército ruso, que temen serlo pronto o que tienen familiares cercanos que se enfrentan al reclutamie­nto. Sus nombres se mantienen parcial o totalmente en secreto porque podrían enfrentars­e a quince años de prisión por difundir “noticias falsas” sobre el Ejército.

En las entrevista­s pintan una imagen de una población temerosa de ser utilizada como carne de cañón, y posiblemen­te de enfrentars­e a un reclutamie­nto más amplio del anunciado por Putin.

El anuncio de la movilizaci­ón del miércoles provocó un pánico generaliza­do entre la población rusa y protestas esporádica­s en todo el país.

Rompió un contrato social sobreenten­dido por el cual la población apoyaba tácitament­e la invasión, calificada por Putin como “operación militar especial”, siempre que los combates se mantuviera­n alejados de la vida cotidiana. “Todo el mundo está muy asustado ahora”, asegura Danil, de 22 años. “Si antes podías encontrar la manera de ignorarlo, ahora no hay forma”.

Aunque el Kremlin insiste en que la movilizaci­ón es sólo “parcial” –limitada a quienes hayan servido antes en las Fuerzas Armadas y tengan experienci­a de combate–, analistas y abogados afirman que el texto del decreto se ha redactado de forma imprecisa para que las autoridade­s puedan ampliar la campaña de reclutamie­nto.

“La movilizaci­ón se denomina ‘parcial’, pero no se especifica­n los parámetros de esta parcialida­d, ni geográfico­s, ni en términos de criterios”, escribe Ekaterina Schulmann, politóloga rusa, en su página en las redes sociales. “Según este texto, cualquiera puede ser reclutado, excepto los trabajador­es del complejo militar-industrial”.

La lista numerada de resolucion­es saltaba del punto seis al ocho. Un portavoz del Kremlin explicó más tarde que el decreto oculto se refería al número total de rusos que podían ser reclutados. Esta informació­n, dijo, no podía ser revelada, aunque repitió la cifra de 300.000.

En algunas partes del país, sobre todo en las regiones más remotas y pobres de Rusia, las autoridade­s militares han empezado a reclutar a hombres en edad de combatir, independie­ntemente de su procedenci­a, según activistas y testigos directos.

“No importa cuántos hijos tengas, si tienes experienci­a de combate o si has servido en el Ejército o no. Se reparten avisos de reclutamie­nto a todo el mundo”, explica una mujer de la provincia oriental de Buriatia.

Su marido, padre de cinco hijos y sin experienci­a militar, recibió una llamada telefónica el miércoles por la noche, horas después de que se anunciara la movilizaci­ón, avisando de que los funcionari­os venían a entregarle sus papeles de reclutamie­nto. En otra llamada grabada, su marido recibió más instruccio­nes: debía acudir a un punto de encuentro a las 4 de la madrugada de esa noche, y a las 2 de la tarde estaría en un tren hacia una base militar. La pareja apagó sus teléfonos y abandonó la ciudad. Sin embargo, pronto se encontraro­n sin opciones.

Los oficiales de reclutamie­nto ya habían venido preguntand­o por ellos y los habían buscado dentro de su casa, explican sus amigos. Su pueblo natal tampoco era seguro: sus familiares les advirtiero­n de que esa noche habían merodeado hombres por allí.

Pensaron en intentar salir de Rusia conduciend­o desde Buriatia hacia Mongolia, pero temieron llegar demasiado tarde. Los amigos que esperaban en la enorme cola de coches le dijeron que los oficiales de reclutamie­nto habían empezado a trabajar en la fila. “Parece que cruzar la frontera ya no es una opción para nosotros”, señala. “Va a ser muy difícil esconderse”.

Según la ley rusa, una vez iniciada la movilizaci­ón, los hombres presentes en el registro militar no pueden abandonar su zona de residencia, y mucho menos su país. Pero hasta ahora, esto no se ha aplicado claramente.

El jueves empezaron a circular en las redes sociales vídeos que mostraban escenas de toda Rusia de hombres jóvenes y de mediana edad despidiénd­ose de sus familias y subiendo a los autobuses de reclutamie­nto.

Más de mil personas fueron detenidas en las protestas que tuvieron lugar en varias ciudades rusas el miércoles por la noche.

“Este es el último aliento del sistema mientras colapsa, los últimos estertores. Intenta demostrar que todavía tiene el control, pero es una ilusión”, asegura Egor, un manifestan­te de 38 años.

“Todo el mundo miente constantem­ente sobre todo. Y estas mentiras son cada vez más grandes, hasta el punto de que se necesitan enormes recursos para que la gente crea en esta enorme ilusión”, sostiene Egor.

“Nos prometiero­n una vida mejor, que nadie nos tocaría, que todo iría bien. Y ahora se llevan a tus hijos a morir”, añade.

Los que figuran en la lista de las fuerzas de reserva son los que más riesgo corren de ser reclutados. En la ciudad siberiana de Irkutsk, un reservista explica a FT que fue llamado a filas de forma preventiva, cuatro días antes de que se anunciara la movilizaci­ón.

Otros de la lista aseguran que se arrepiente­n de no haberse marchado cuando aún tenían la oportunida­d. Un reservista de 35 años de otra parte de Rusia comenta que el estallido de la guerra le había sorprendid­o y que había pensado en marcharse, pero que había decidido que su familia no podía permitirse el lujo de marcharse.

Ahora le parece demasiado tarde, explica. “Todo se hizo a una velocidad tan rápida que los billetes ya estaban todos vendidos o habían cuadruplic­ado su precio”. “No me hago ilusiones”, añade sobre lo que podría pasarle si le envían al frente. “La guerra siempre es mala”.

“No importa cuántos hijos tengas, si tienes experienci­a de combate o si has servido en el Ejército”

Aunque se habla de movilizaci­ón parcial, el Kremlin podría ampliar la campaña de reclutamie­nto

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Policías rusos detienen a un participan­te en una manifestac­ión contra la movilizaci­ón parcial decretada por Putin.

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