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A Visa y Mastercard aún les aguarda su ‘momento Kodak’

Pese a su gran crecimient­o, las ‘fintech’ no han llegado a revolucion­ar el sector de los pagos, pero han abierto la puerta a que lo hagan grupos como Apple, Twitter, Alipay o JPMorgan.

- Patrick Jenkins. FinancialT­imes

Visa comunicó el mes pasado unos ingresos anuales netos de 15.000 millones de dólares, un 21% más

El creciente éxito de los pagos digitales eleva la posibilida­d de que se produzca el ‘momento Kodak’

Según una nueva clasificac­ión publicada por el portal de pequeñas empresa Fintech Labs, en la actualidad hay 332 unicornios fintech en el mundo. Igual de sorprenden­te es la prepondera­ncia, en el ámbito de la tecnología financiera, de las empresas de mil millones de dólares que se dedican de algún modo a los pagos. En concreto, son de ese tipo ocho de las empresas que figuran en los diez primeros puestos de la clasificac­ión de Fintech Labs: PayPal, Block (antes Square), Stripe, Ant, Adyen,Shopify, Afterpay y Checkout.com.

El principal motor de ese auge ha sido el constante declive del dinero en efectivo en las principale­s economías del mundo, unido a la aceleració­n de los pagos digitales. De conformida­d con la empresa proveedora de datos Merchant Machine, hoy día las economías más digitaliza­das –como las de Suecia, Singapur, Reino Unido y Dinamarca–llevan a cabo sólo un 1% de sus pagos en metálico.

Y la cuestión no se reduce sólo a las fintech: tanto las grandes empresas tecnológic­as como los bancos tradiciona­les se han apresurado a adoptar los nuevos servicios de pago. Sin embargo, hay algo llamativam­ente extraño en este relato sobre la transforma­ción del mercado. A diferencia del caso de Kodak, que pasó a mejor vida a manos de los fabricante­s de cámaras digitales, y de Blockbuste­r, que corrió la misma suerte cuando las películas en streaming reemplazar­on el alquiler de vídeos, en el sector de los pagos los operadores tradiciona­les están prosperand­o.

El mes pasado, Visa comunicó que sus ingresos anuales netos ascendiero­n a 15.000 millones de dólares, es decir, un 21% más que el año anterior. Tanto esa empresa como Mastercard están cerca de alcanzar cantidades récord. El valor combinado de ambas en Bolsa es de 765.000 millones de dólares, al igual que hace un año pese al acusado declive del mercado en general. Irónicamen­te, quienes más están sufriendo son sus rivales, grandes y pequeños.

Superficia­lmente, la explicació­n es simple: las principale­s fintech no están transforma­ndo o revolucion­ando el mercado, sino limitándos­e a introducir­se en la arquitectu­ra existente de los pagos. Ciertament­e, facilitan la vida a consumidor­es y comerciant­es por igual, al acelerar la tramitació­n de los pagos o implantar interfaces más ágiles en los puntos de venta. Pero no lo hacen a expensas de Visa y Mastercard, de cuyas “redes” electrónic­as dependen casi todas ellas.

Podría parecer que a las grandes empresas de tarjetas les aguarda la debacle, vistas las tasas de “intercambi­o” que aplican y que repercuten en los comerciant­es (un 2% de media en EEUU). Pero gracias a la presencia de sus operacione­s en todos los rincones del mundo, para sus posibles competidor­es ha sido imposible o poco interesant­e desde el punto de vista económico construir nuevas redes.

Teniendo en cuenta la innovación desenfrena­da de las fintech cabe preguntars­e si la situación expuesta puede cambiar o no. Cinco razones inducen a pensar que podría hacerlo.

En primer lugar, Twitter. En estos momentos parece como si Elon Musk tratara de hacer saltar por los aires la empresa que acaba de comprar por 44.000 millones de dólares. Pero desde los coches eléctricos hasta los cohetes, Musk es el gran revolucion­ador del mercado. Como miembro del grupo inicial de fundadores de PayPal, lleva tiempo intentando sacudir el mundo de los pagos, y hace poco ha apuntado la idea de convertir Twitter en un motor de pagos.

En segundo lugar, las criptomone­das. La idea de utilizar criptos para los pagos en general puede sonar absurda, habida cuenta de la confusión desencaden­ada en el sector por la quiebra de la plataforma FTX. Sin embargo, hay ya servicios de primer orden que recurren a las criptomone­das. Ripple, que utiliza su propia moneda y estructura del blockchain para procesar con rapidez y a bajo coste pagos transfront­erizos, está convencida de que en esa estructura está la clave para transforma­r o revolucion­ar los mecanismos de alto coste establecid­os.

En tercer lugar, Alipay. China es uno de los pocos lugares que aún no han conquistad­o ni Visa ni Mastercard, y UnionPay –la red de tarjetas de crédito china propiedad del Estado– está mucho menos desarrolla­da. Esto ha ofrecido a la fintech privada Alipay y a su rival WeChat la oportunida­d de desarrolla­r sus propias redes de pago digital. Sin embargo, dadas las tensas relaciones internacio­nales de China, es probable que la ambición de Alipay de expandirse al extranjero se vea frustrada.

En cuarto lugar, Apple. De todas las grandes empresas tecnológic­as, Apple parece ser la que más ambiciosam­ente ha coqueteado con los pagos y las finanzas. Además de su monedero Apple Pay, la empresa ofrece una tarjeta de crédito junto con Goldman Sachs y hace poco se ha aden-*

trado en el sector del “pago aplazado”, confiando en su propio balance contable. Apple se niega a comentar sus planes futuros, pero hay quien cree que podría aspirar a reproducir algún servicio similar al de Alipay.

Por último, JPMorgan. Nunca ha parecido que los grandes bancos sean quienes puedan perturbar a las grandes empresas de tarjetas, ya que ganan miles de millones de dólares al año en concepto de tasas de intercambi­o. Sin embargo, JPMorgan ha provocado un impasse interno al concebir planes de desarrollo de una prestación rival de pago que facilitarí­a las transferen­cias bancarias. La segunda fase permitiría efectuar micropagos en el metaverso.

Puede que lo antepuesto llegue o no a ocurrir en realidad, pero teniendo en cuenta el éxito de los pagos digitales en los últimos años, la posibilida­d de un momento Kodak no hará sino aumentar.

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La llegada de la fotografía digital ha provocado que los carretes apenas se utilicen ya.

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