Alcanza los 118 km/h reales, una cifra elevada para una 125 cc
Uno de los primeros puntos fuertes que tiene es que resulta llamativa y diferente. Y lo demuestra, sobre todo, en marcha. En la versión Scrambler tienes la posibilidad de elegir entre dos asientos, a 820 mm o a 840 mm, pero no en esta, que solo ofrece la alta. Ahora bien, no es muy ancha ni pesada, por lo que al final haces pie y se sujeta bien. Sobre ella, ya en marcha adoptas una posición bastante natural y neutra. Llama la atención la anchura del manillar, un detalle muy de "flat track".
Arranca bien. Por supuesto, a pesar del carburador, lleva starter automático y no manual. Suena potente, con cierta rabia. Los mandos tienen buen tacto y el cambio es preciso y silencioso. No hay, de hecho, ruidos mecánicos que llamen la atención y las vibraciones que te llegan a los pies son muy razonables y más si tienes en cuenta que llevas estriberas "off road" puras, de acero, sin goma.
La moto, como verás, no es una trail, sin embargo sí equipa llantas de 19" y neumáticos de uso mixto, así como un ABS Continental de doble canal (a ambas ruedas) y con posibilidad de desconexión. Se apaga desde la piña izquierda, momento en el que se enciende en el cuadro un indicador de que lo has desconectado y puedes rodar por el campo. En este terreno sorprende, porque dispone de suficiente agarre y buen tacto de mandos. Hay que tener cierto cuidado con el del freno delantero, porque la pinza radial con un disco de 320 mm puede ser un tanto violento si no tienes cuidado sobre suelos con poco agarre. Con las suspensiones ocurre lo mismo: en carretera, en conducción deportiva, son perfectas, pero en cuanto el suelo no es perfecto, notas que resultan bastante duras.
CON PASAJERO
El espacio disponible para el acompañante es ínfimo. No obstante, su suspensión trasera dispone de precarga para acogerlo. Y su motor no se resiente por prestaciones.