EN MARCHA
Al subirme encuentro una ergonomía que ni hecha a medida por un sastre para mis 1,80 m. Los 815 mm de altura de asiento y su forma en la zona de contacto con el depósito permiten que llegues con ambos pies al suelo para facilitarte la vida.
EN CIUDAD
La linealidad en el empuje desde bajos y la suavidad de todos sus mandos hacen que sea una delicia en la urbe. Nada más recorrer los primeros metros, los 235 kg que indica la ficha técnica parecen haber seguido una estricta dieta u “operación bikini”. Se muestra ligera para sus medidas y porte, con un radio de giro adecuado. La pata de cabra se acciona muy fácilmente, ambas manetas son regulables en distancia y la visión de los retrovisores demuestra que están muy bien diseñados. Además su imagen agresiva no pasa desapercibida para los viandantes y resto de conductores. En absoluto.
EN CARRETERA
Es obvio que es donde mejor da lo mejor de sí. En su faceta Sport porque te permite fluir entre curvas a buen ritmo con soltura haciendo valer su inconmensurable motor y la palanca de su manillar. Los cambios de dirección son instantáneos y en ningún momento aparece un ápice de inestabilidad. Dibujar curva tras curva en segunda-tercera sobre las 7.000 rpm es un placer. En las secciones más rápidas mantiene la trazada sin ambages y frenos o cambio están dispuestos a aportar su grano de arena a la fiesta. En modo Touring echas de menos más protección de la pantalla incluso en su máxima elevación si circulas a más de 140 km/h, pero el mullido de asiento y posición de conducción te invitan a no bajarte de ella por muchos kilómetros que hagas.