EN MARCHA
Al subirte a ella, la primera sensación es de haber estado ahí antes. La altura de las estriberas, del manillar, su anchura y el triángulo ergonómico es de total comodidad y control.
EN CIUDAD
Los primeros pasos te descubren una moto ligera y fácil de llevar. Solo el acto de levantarla de la pata de cabra requerirá algún esfuerzo extra, ya que el diseño de la pata la deja un poco más tumbada de lo habitual. Pero su despliegue es muy sencillo. La palabra sencillez es denominador común en todas sus facetas. El motor responde sin sobresaltos en ciudad saliendo sin queja desde las 2.000 rpm, el tacto de todos los mandos es encomiable y tu postura te mantiene alerta de todo lo que sucede delante del tráfico que te precede. El radio de giro es adecuado y no se siente nada pesada de dirección a baja velocidad. La pantalla TFT muestra su información en las dos variantes posibles estándar y sport (esta opcional) con dígitos de perfecta visión, incluyendo siempre el indicador de marcha engranada en posición privilegiada. Por todo ello, en la urbe es una moto que se adaptará perfectamente a los que se inician con su carné A2.
EN CARRETERA
Desde 4.000 rpm ya responde con prontitud, pero es entre 5.000 rpm y 7.000 rpm cuando sientes que puedes hacer lo que quieras con él. Rodar a 5.000 rpm a 130 km/h es un lujo. Da igual el régimen de giro, no hay el menor asomo de vibración. Entre los motores que BMW ha encargado su fabricación en Asia (como los últimos monocilíndricos 650, los scooters o las precedentes F bicilíndricas) es el más redondo de todos. Delicioso. En sus suspensiones agradeces el superior recorrido respecto a la naked, más sport en este sentido. De todos modos, no te dejes llevar por ningún entusiasmo en el sentido trail. Es infinitamente más R que X. Como mucho, asfaltos en mal estado es lo más aventurero a lo que te invitará. Cuando el asfalto está mojado, la opción de conducción Rain suaviza la entrega de potencia y disminuye las cifras máximas, lo que reduce la tensión en la conducción.