ASÍ LA VEMOS
Fue una de esas motos que pasó de la gama Dyna a la nueva gama Softail. Y, con ello, ha ganado muchos puntos. La Fat Bob, con esa pinta de "Muscle Bike", con su nueva personalidad que se le ha querido dar más similar al de una naked sport, sigue siendo una Harley de las que hacen las cosas "onhisownway". Esos enormes neumáticos tienen su coste en términos dinámicos y le dan una particular forma de rodar por la carretera. No es mala, ni buena. Es la suya propia. Te haces a ella y acabas por disfrutar de la moto "a su manera", pero ten en cuenta que no es la más "europea" de las Harley en su comportamiento. No obstante, esas enormes ruedas con profundo dibujo, el enorme faro rectangular que ha sustituido a los dos faros de cuando era Dyna, el guardabarros trasero elevado que permite ver hasta el amortiguador cuando miras la moto desde detrás, hacen de ella una moto estéticamente llamativa, diferente y original.
Se beneficia de todas las mejoras introducidas por la Motor Company desde 2018 con el motor Milwuakee Eight, pleno de par, potencia y empuje, que mantiene lo mejor de la personalidad de estas motos, perdiendo la parte más negativa de los anteriores. Es suave, pero muy potente, agradable, pero no impersonal. Y el chasis Softail también supone una mejora importante en su comportamiento, tanto en ciudad como en carretera.
Dentro de esto, la Fat Bob es una moto muy personal. Su forma de rodar viene condicionada por esos neumáticos tan grandes, que forman parte de su personalidad. como en otros casos con motos de la marca, prima ese carácter a la eficacia en la carretera. Eso sí, no tiene un comportamiento negativo, solo peculiar, pero divertido siempre.
CON PASAJERO
Dispone de un pequeño sitio encima de la aleta trasera. Aunque no es monoplaza, tampoco cuida mucho del acompañante si no recurres a accesorios.
En marcha es suave pero muy potente, agradable pero no impersonal