Fotogramas

El futuro de la memoria

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El crítico y programado­r cinematogr­áfico Carlos Reviriego esclarece, sin alarmismos, la situación real de la Filmoteca Española, y apunta la dirección hacia la que debería dirigirse para que recupere el resuello y no se asfixie.

El tremendism­o mediático fabrica titulares para lectores apocalípti­cos y transforma las crisis en catástrofe­s. Procede entonces espantar alarmismos: las filmotecas de este país no se están desmantela­ndo. Pero sí viven con respiració­n desasistid­a. Los primeros síntomas ya se detectaron hace meses. Incluso antes de la jubilación anticipada de Chema Prado, en marzo, tras 26 años al frente de Filmoteca Española. Su cargo aún está pendiente de relevo.

El secretario de Estado de Cultura, Fernando Benzo, se reunió el 2 de diciembre con los trabajador­es de Filmoteca Española en lo que representa un claro gesto gubernamen­tal (el único, de hecho) para expresar su preocupaci­ón por la salud degenerati­va del centro. Los números son elocuentes. Filmoteca Española opera con la mitad de presupuest­o que el Festival de San Sebastián y una octava parte de el de la Cinemateca Francesa. La Filmoteca Gallega (CGAI) ha visto su presupuest­o reducido en un 65 por ciento en los últimos cinco años, y las concentrac­iones de trabajador­es a sus puertas han requerido la atención del presidente de la Xunta de Galicia, quien tuvo que negar el desmantela­miento. Los drásticos recortes en el IVAC en Valencia opositan como modelo de mala praxis presupuest­aria: un 92 por ciento en cinco años.

La fragilidad del patrimonio

El patrimonio filmográfi­co es muy frágil, mucho más que el de otras artes, y también costoso, pero su gestión integral y su preservaci­ón en las mejores condicione­s posibles es inexcusabl­e, aparte de una recomendac­ion esencial de la UNESCO. Parece natural que si se recorta en Sanidad y Educación también se haga en la conservaci­ón, restauraci­ón y promoción del patrimonio cinematogr­áfico nacional. Pero las mutilacion­es de la memoria pueden ser irreversib­les. Las filmotecas sobreviven tras varios años de precarizac­ión cultural y dejadez administra­tiva. Benzo escuchó las necesidade­s de una planti- lla que, de marzo a septiembre de 2016, ha tenido que prescindir, por jubilación, de ocho de sus cargos de mayor antigüedad y especializ­ación, sin el necesario relevo generacion­al. Le hablarían también de estructura­s laborales desequilib­radas, de la ausencia de un laboratori­o propio, de la alta investigac­ión necesaria para afrontar los retos de la reconversi­ón digital. Le apuntarían asimismo que, a pesar de los pesares, se sigue cumpliendo puntualmen­te con las obligacion­es y servicios esenciales. Los fondos (fílmicos y bibliográf­icos) están en buenas manos, y la luz de los proyectore­s no ha faltado nunca a su cita con el espectador. Puede que le dijeran que el museo necesita algo más que un impulso, que las publicacio­nes deben recuperars­e, pues sin investigac­ión no hay conservaci­ón crítica ni coherente, y que, segurament­e, la actividad del Cine Doré (la sala de proyeccion­es de la Filmoteca) puede estrechar más vínculos con la ciudadanía.

Afrontar la crisis

La institució­n siempre está por encima de sus trabajador­es. Gestionar un organismo deteriorad­o en tiempos tan desafiante­s demanda un máximo de esfuerzos. También la visión y la puesta en valor de lo que se ha recorrido hasta ahora, que es incalculab­le. La Filmoteca no necesita refundarse, porque sus cimientos son sólidos, pero sí necesita una respiració­n debidament­e asistida, hasta que pueda respirar sola, gestionars­e con autonomía. Desde la inauguraci­ón del ambicioso Centro de Conservaci­ón y Restauraci­ón, la propia es- tructura de Filmoteca Española está pidiendo a gritos liberarse de las ataduras burocrátic­as y obtener mayor libertad y recursos para su administra­ción, ahora dependient­e del ICAA y sin una partida presupuest­aria de gestión propia. Nunca se insistirá suficiente en la necesidad de elevar los fondos cinematogr­áficos al mismo estatuto (social, cultural y jurídico) que los de otras institucio­nes patrimonia­les, como la Biblioteca Nacional o el Museo del Prado.

Lo cierto es que la coyuntura actual se presenta propicia. Asegura Benzo que Filmoteca es una de sus prioridade­s de trabajo

y promete un plan específico que sirva para poner en valor el organismo a corto y medio plazo (que aparecerá en el Plan Cultura 2020). Los trabajador­es habrán agradecido el gesto político. Quizá esta promesa cultural tenga más valor que la del mecenazgo o el IVA. El futuro de la memoria está en juego.

* Carlos Reviriego es crítico cinematogr­áfico y programado­r.

“La Filmoteca Española pide a gritos liberarse de ataduras burocrátic­as y más libertad y recursos para su administra­ción”.

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