Fotogramas

OONA CHAPLIN “En ‘Juego de Tronos’ me dieron la muerte más guay imaginable”.

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Quizás para otras personas el apellido Chaplin hubiese supuesto demasiado presión. No para Oona Chaplin, que, en ‘Proyecto Lázaro’, nos brinda otra gran interpreta­ción a las órdenes de Mateo Gil. Hablamos con ella sobre la película y su carrera.

por Gerard Alonso i Cassadó.

Tiene 30 años, los mismos que su madre Geraldine cuando trabajó con Robert Altman en Nashville (1975), y más o menos los que tenía su abuelo, el mítico Charles Charlot Chaplin, cuando rodó El chico (1921), la que para Oona Chaplin es su mejor película. Ojalá pudiera mandar al mundo una nota como la que recibe Charlot al recoger al bebé, para que la gente respondier­a del mismo modo a todos esos niños que están abandonado­s en Calais y a los millones de personas que necesitan nuestra compasión, afirma. La carrera de esta madrileña (hija del director de fotografía chileno Patricio Castilla) no desmerece a estas alturas: ha brillado en series como Juego de Tronos o Black Mirror, y ha trabajado en películas americanas, belgas, italianas o, cómo no españolas. Proyecto Lázaro, de Mateo Gil, es la última.

PENSAR EN LA MUERTE

La muerte me obsesiona, afirma al reflexiona­r sobre su argumento. Tremendame­nte espiritual, recuerda lo que sintió leyendo Autobiogra­fía de un yogui, de Paramahans­a Yogananda: Invito a los lectores a que se sienten y piensen que se van a morir ahora, y que les quedan cinco mi- nutos de vida. Y que sientan esa sensación en el cuerpo. ¿Qué harían? ¿Cuáles serían sus últimas sensacione­s y pensamient­os? Ella tiene claro que la vida eterna, uno de los temas que plantea Proyecto Lázaro, no sería deseable: Sería horrible ver el mundo cambiar y no entender nada. Yo, con 30 años, ya me siento vieja al ver el mundo de los adolescent­es de ahora.

UN PLANETA INSOPORTAB­LE

Es el mismo mundo que la tiene perpleja: Vivo en un perpetuo escándalo por las injusticia­s del planeta. Nos aclara que su nombre, de origen irlandés, se pronuncia Una, y que dedica su tiempo libre a enseñar yoga y a visitar campos de refugiados: No tiene nada que ver con el altruismo, es egoísmo puro. Allí las relaciones que se establecen son muy sinceras. Es un mundo con el que conecto muy profundame­nte. Aunque diseña personalme­nte mucha de la ropa que lleva, afirma con rotundidad que odia la moda: Es algo tóxico. Es responsabl­e del envenenami­ento de los ríos de India, donde el 60 por ciento de los que padecen algún tipo de discapacid­ad son niños. Y también de la esclavi- tud que algunas marcas de ropa ejercen sobre unas mujeres que, para ganar una miseria, no pueden ver a sus familias.

SU ESPOSA... Y LA BODA ROJA

No tengo televisor, y voy al cine mucho menos de lo que debería, afirma, aunque me gusta mucho la música. Igual que a su buena amiga Natalia Tena, su compañera de reparto en Juego de Tronos y en el próximo film de Carlos Marques-Marcet

(10.000 Km.), aún sin título confirmado:

Natalia es más que una amiga, más que una hermana. Es mi esposa. Me encanta haber hecho de su novia en esta película. Es una mujer con una energía vital inimitable. Y se parece mucho a mi madre. Aunque en el momento en que se realizó esta entrevista aún no había visto la tercera temporada de Black Mirror (me han dicho que el episodio San Junípero se parece mucho a Proyecto Lázaro), está al día con Juego de Tronos, y recuerda con emoción el adiós de su personaje: Sabía que iba a morir. Quería que fuese una muerte memorable y me dieron la más guay que hubiese podido imaginar.

En Twitter e Instagram: @OonaCC

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