Regreso al infierno familiar
Marion Cotillard, Vincent Cassel, Gaspard Ulliel, Léa Seydoux y Nathalie Baye: la gran familia.
Xavier Dolan retrata una familia al borde del ataque de nervios. Marion Cotillard, Léa Seydoux y Gaspard Ulliel nos descubren las claves de un film alrededor de un hijo enfermo que se despide de los suyos. por Manu Yáñez Murillo (Festival de Cannes).
Después de 12 años de ausencia, Louis (Gaspard Ulliel), un escritor, regresa a su pueblo natal para anunciar a su familia que se está muriendo. A medida que el resentimiento reescribe el transcurso de la tarde, los conflictos se desatan.
LA HISTORIA:
A sus 27 años, el canadiense Xavier Dolan ha logrado en Sólo el fin del mundo algo con lo que sueñan la mayoría de autores consagrados: convocar a la flor y nata de tres generaciones de intérpretes franceses. Entre las jóvenes estrellas, encontramos a Gaspard Ulliel (32 años) y Léa Seydoux (31). Marion Cotillard (41) y Vincent Cassel (50) representan a los consagrados, mientras que Nathalie Baye (68) es el rostro de la veteranía. Dan vida a una familia resquebrajada por los afectos desmedidos, los rencores y, sobre todo, los secretos. En esta película, lo más importante es aquello que los personajes no se dicen, explica Seydoux: Lo que queda oculto entre las palabras. Ulliel, que da vida a un joven escritor enfermo terminal, describe la cinta como el retrato de una familia inoperante: los personajes son incapaces de comunicarse, de hacer r ealidad s us deseos, de compartir su amor. Y de esa incapacidad surge una fuerte hostilidad. Por su parte, Cotillard defiende que los silencios estaban ya medidos al milímetro en el guión de Dolan: El texto estaba lleno de puntos suspensivos que indicaban pausas. Unos silencios
“Es el retrato de una familia inoperante: los personajes son incapaces de comunicarse”. Gaspard Ulliel, actor
muy característicos del teatro de JeanLuc Lagarce, autor de la obra autobiográfica en la que se basa el film.
Un director paradójico
En palabras de Léa Seydoux, se ofrece un compendio de todas las emociones del ser humano: el miedo, la esperanza, el amor, la admiración, el modo en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás... Y todo se presenta a través de múltiples perspectivas gracias a la dimensión coral del relato. Todas esas perspectivas son entrelazadas por la cámara de Dolan, a quien Ulliel describe como una persona excesiva, marcada por las paradojas. En su universo creativo y en su personalidad conviven la confianza y la fragilidad, la arrogancia y la humildad, un ímpetu fuerte y una gran delicadeza. Él vive en un estado de urgencia perpetua, revela Ulliel: La primera vez que nos reunimos para