Doña Clara
★★★★★
(Brasil, Francia. 2016, 142 min.).
guión: Kleber Mendonça Filho.
Intérpretes: Sonia Braga, Humberto Carrão, Irandhir Santos, Maeve Jinkings.
Fotografía: Pedro Sotero y Fabricio Tadeu.
El personaje de Doña
Clara es un poliedro que puede observarse desde varios ángulos.
Puede pasar como una versión transatlántica de la Isabelle Huppert de Elle (Paul Verhoeven, 2016): mujer madura de carácter fuerte que no hace lo que se supone que le toca. O una pariente lejana, más cultivada y adinerada, de aquella Gloria (2013) de Sebastián Lelio, interpretada por Paulina García: símbolo femenino del otoño de la existencia afrontado desde el libre albedrío. También puede verse como una Gran Torina, claro: su dignidad experimentada tiene más callo que dos Clint Eastwood juntos. Pero, aún siendo todo esto, Doña Clara es algo más: es una superviviente orgullosa e insobornable de otros tiempos, que resiste en esta era de desintegración material y social.
Doña Clara representa un vestigio de una época en la que los objetos no eran sólo objetos, sino depositarios de fragmentos de vida de las personas. Un coche era como un pariente, un disco era una historia alrededor, una cómoda era una página arrancada de un kamasutra doméstico. Y un piso, era el escenario-protagonista de nuestra memoria sentimental. Y eso, claro, no se vende. Lo mejor: Sonia Braga, inconmensurable. Lo peor: algún desenlace precipitado. FECHA ESTRENO: 10 MARZO FECHA ESTR.: 10 MAR. Uno de los misterios de Tú, yo y to
dos los demás (Miranda July, 2015) era saber de dónde procedía un extraño sonido metálico que escuchábamos en diversas ocasiones y que tenía fascinado a uno de sus jóvenes personajes. En la última escena descubríamos que no era más que una moneda golpeando una farola, un gesto que cada día a la misma hora repetía un anónimo viandante. También en La comunidad de los corazones rotos oímos un aullido no identificado. Podría ser un tigre huido de un zoo, o un espíritu, o un bebé. O podría no ser nada. Y es que ambas películas convierten lo prosaico en trascendente, los pequeños gestos en poesía urbana.
A través de tres historias cruzadas, Samuel Benchetrit dibuja este lienzo de miniaturas sobre un paisaje gris, el de los bajos suburbios franceses. La solidaridad y los buenos sentimientos imperan en una película que debería haber aprovechado más su potencial burlesco, ese que le permite contar en cuatro fugaces planos como un hombre se destroza las piernas sobre una bicicleta estática.
Gerard Alonso i Cassadó Lo mejor: el astronauta americano y la señora argelina. Lo peor: que no explote más su potencial absurdo. FECHA ESTRENO: 10 MARZO