VIAJES CON MI TÍO
Entre la reivindicación de su figura y la mirada a un movimiento contracultural, Aaron Brookner firma ‘Uncle Howard’, documental que hace justicia con su prematuramente fallecido tío, un cineasta a descubrir.
En aquel agitado Nueva York de principios de los años 80, escenario de toda una inquieta revolución contracultural, emergió durante un instante la figura de Howard Brookner. Dirigió tres films apasionantes (los documentales Burroughs: The Movie y Robert Wilson and the Civil Wars y su incursión en la ficción, Bloodhounds of Broadway, con Matt Dillon y Madonna), y vio truncada prematuramente su carrera, y su vida, por culpa del maldito sida, cayendo en un inexplicable semiolvido. Por supuesto, siempre fue recordado por la gente que le conoció,
explicaba su sobrino, Aaron Brookner, durante el último Festival de San Sebastián, donde se proyectó Uncle Howard, el documental que recupera la figura de su tío. Pero sí tuve la sensación de que tenía en mis manos la última oportunidad para recordar su figura, de que, después de mí, nadie lo haría. Y probablemente es algo que también sentían sus amigos: al iniciar la película, el que fue su pareja, Brad Gooch, empezó las memorias de Howard
(el resultado: Smash Cut: A Memoir of Howard & Art & the ’70s & the ’80s). Gooch es uno de los testimonios del film, como lo hacen los cineastas Tom DiCillo, Jim Jarmusch (productor del film) o su pareja personal y profesional, Sara Driver.
VIVIR AL LÍMITE
El origen de Uncle Howard está en unas grabaciones caseras en las que tío y sobrino aparecen juntos. Ese fue el motor, desvela Brookner, que tenía 7 años cuando Howard falleció en 1989, a los 34 años. Esas cintas y una nota en un cuaderno en el que, consciente de su enfermedad, se despedía de su familia: Tuvo la vida que quiso, y en esa nota lo dejaba claro. Al tiempo, la búsqueda de mate-
por Àlex Montoya.
riales para trabajar en la restauración de Burroughs le sirvió para descubrir abundante material inédito que muestra en su documental y ayuda a entender la personalidad del desaparecido cineasta.
Y, también, para dar una panorámica de una época de libertad creativa y vital, marcada por los excesos con el sexo y las drogas: Aquella fue una etapa vibrante, en la que pasaron muchísimas cosas increíbles. Y el enfoque de la película era que el espectador pudiera experimentar todo aquello... Quería mostrar toda la diversión, pero también toda la creatividad y la intensidad que acompañó a Howard. Y, en cierto sentido, cómo la enfermedad le afectó y se lo llevó tan joven. Del mismo modo, tanto para Aaron Brookner como para el espectador de Uncle Howard, hay una buena moraleja: La generación de mi tío y el propio Burroughs rompían constantemente con lo establecido. No obedecían a la presión de seguir las reglas, necesitaban de ese proceso de crecimiento, profesional y personal. La búsqueda de desafíos y esa toma de riesgos es, quizás, la gran lección que se puede extraer. ESTRENO: 10 MARZO